Hace cuanto ya no sonríes en estas fiestas o hace cuánto perdiste el brillo de tus ojos al esperar la tan ansiada época y ver a toda la familia reunida en una sola mesa. Donde los pequeños ansían abrir sus regalos y los más grandes solo disfrutan de ver la alegría de los más pequeños.


O a lo mejor tienes otra historia que contar, y quizá digas: la vida no ha sido buena conmigo, no me ha dado tregua. Quizá no tengas con quien compartir la mesa, porque a lo mejor tienes a tus familiares lejos de ti. No hay regalos y ni siquiera un árbol navideño porque objetos así solo te provocan tristeza porque no tienes lo que quisieras.


O te tienes que conformar con lo poco de comida que hay porque no tienes una buena economía la cual te permita darte lujos. Sencillamente para ti no existe feliz navidad solamente navidad. Te entiendo y a decir verdad puedo decir que pase por lo mismo que tú.




Puedo contarte que no vengo de la familia más unida, mi familia es un caos. No creas que tengo la familia perfecta donde todo es color de rosa y felizmente sentados a la mesa cada Navidad y año nuevo


Yo no recuerdo haber tenido una Navidad con toda mi familia. Uno por estar enojado con el otro no llegaba, otros por razones económicas tuvieron que irse a otro país. Así que no teníamos la mesa llena. Éramos mis padres y mis abuelos y a pesar que la distancia física y emocional nos separara de nuestros seres queridos, éramos felices.


Puedo contarte de Navidades donde muchas veces no había con que festejar, me refiero que no había dinero con el cual podríamos decir que compraríamos un buen pavo, no había con qué. No me preguntes cómo, pero mi madre, mi abuela y mi tía se las ingeniaban para que hubiera algo en la mesa.


Y con todas las limitantes supimos agradecer y aunque no era lo que queríamos, en nuestro corazón puedo decirte que éramos felices con lo muy poco.


Hubiera querido que la vida hubiera sido mejor conmigo y darme Navidades como Hollywood las muestra, pero me doy cuenta de que hay personas que la pasan peor que yo. Que no tienen ni que comer o con quien pasarla y muchos créeme la pasaran bajo un puente y sus únicos compañeros serán el asfalto y el fuerte frío.


Dios sabe de qué tú tienes necesidad, él sabe por lo que pasas, él no es ajeno a tu dolor. Y antes que tú le pidas lo que necesitas, créeme Éll ya lo sabe.

Recuerdo hace un tiempo hablaba con una persona que su familia es adinerada, en mi país esa familia es de renombre. Son dueños de empresas multinacionales que al final de cada año facturan millones. Todos podríamos creer que familias así no tendrían necesidad alguna, claramente en lo económico tienen la vida hecha, pero la mayoría de veces están pobres en lo emocional y espiritual.


Me doy cuenta de esto porque esta persona no me hablo en ningún momento de lo que tenía, me hablo de lo que le hacía falta. De lo mal que la pasaba por las noches, que las fiestas Navideñas y los días en general solamente eran días sin sabor y amargos.


A lo mejor tú tienes tus posibilidades, pero te sientes pobre del alma y ningún bien ha podido llenar ese espacio. Pensabas que si llegabas a tener ese carro que tanto anhelabas o ese empleo con ese salario al fin serías feliz y te diste cuenta de que llegaste a tenerlo todo y no eres feliz.


Y esa infelicidad a lo mejor te está matando poco a poco, y estoy seguro de que te está drenando energía.


No soy doctor, pero siempre suelo recetar medicamentos para el alma.


Si no tienes un hogar espiritual a donde ir, te recomiendo ir al hogar del padre. Si nunca sentiste la sensación de hogar. Créeme él no solo te hace sentir como alguien querido, sino que te afirma. Que no solo te trata bien porque es buen anfitrión sino porque él te dice y te afirma que eres su hijo


Para la sensación de frío que te hace temblar, te recomiendo sus brazos. Ahí te sentirás seguro, y todo frio se aplaca con su calor


Si nunca sentiste que nadie daba algo por ti, créeme él dio a su propio hijo por ti y por mí. La próxima vez que pienses que eres indigno recuerda que hubo alguien que te compro con precio de sangre.

Hoy será una Navidad distinta para mí y para mi familia. Yo te había contado que mis navidades siempre habían sido mis padres y mis abuelos y paremos de contar, nunca hubo otro familiar en la mesa. En el 2019 mi abuela falleció de sorpresa nadie lo imagino y fue un golpe al corazón de todos, nos dejó en la lona. Mi abuelo este año falleció en medio de toda la pandemia y sin poderle velar ni enterrar su cuerpo como se debía por los mismos protocolos eso mismo hizo que también nos doliera un poco más.


Ahora ya no seremos 6 en la mesa, únicamente seremos 4. Y si te soy sincero, lloro al escribir esto porque la nostalgia de Navidades pasadas me embarga, que a pesar de que no teníamos la mejor economía, tenía a mis abuelos presentes y vaya que era millonario y nunca me di cuenta hasta ahora.


Cierta vez pensé que, al no tenerlos presentes en mi vida, todo iba a cambiar y vaya que cambio. Pero yo pensaba que la vida se iba a ser más gris, porque hubo semanas grises sin color alguno donde la tristeza embargaba la casa, sentimos por un momento que Dios nos abandonó con preguntas sin respuestas. Lo que es peor es que tú sientas que ese color gris se llegó a quedar a tu vida y piensas que tu vida ya no será la misma.


El hecho de que quizá algo malo pasa con tu salud o ves tu matrimonio desplomarse. A lo mejor tu hijo hace que no la pases bien porque tú sabes que anda malos pasos. Todo esto hace que tus días se vuelvan grises. Y no disfrutas de nada porque piensas que a lo mejor Dios te abandono.


Y llegaste al fin del año pensando que Dios ya termino contigo. Tengo una palabra para ti, él dijo que siempre estaría contigo y en medio de todo ese silencio, Dios está ahí. El silencio es también el lenguaje de Dios.


Y hoy de parte de Dios quiero decirte que él no ha terminado contigo, no pienses que la edad es un obstáculo para que él pueda bendecirte, no pienses que la vida se te ha ido. La obra de Dios contigo sigue en pie, las promesas de Dios para nosotros son eternas. Y estoy seguro de que vendrán mejores años. Estoy seguro de que se volverá a dibujar una sonrisa, de oreja a oreja, en tu rostro. Yo sé que volverás a reír. Él convertirá tu lamento en baile.


No te entregues, no te rindas sigue adelante. Y te repito, Dios no ha terminado contigo. Para terminar como en toda fiesta, siempre hay un brindis. En las bodas brindan por los casados, en las navidades brindan por la familia.


Hoy en acto simbólico en estas fiestas, quiero brindar por ti. Brindo por los mejores años que viene, brindo por tu matrimonio, brindo por tu familia y por tus hijos.


Y brindo por el festejado de estas fiestas, Jesús. Que hace muchísimo tiempo él nació en un pesebre, se hizo pobre y se hizo hombre para darnos vida eterna en una cruz.