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Evangelio De San Marcos

El Evangelio de Marcos - Introducción (I)

Introducción

Comenzamos ahora el estudio bíblico del evangelio de Marcos, uno de los cuatro relatos históricos que tenemos acerca del Señor Jesucristo. Este hecho hace que sea un escrito muy especial, porque sin lugar a dudas, no ha habido en la historia de la humanidad una persona que se pueda comparar con Jesús de Nazaret. Su presencia en nuestro mundo ha dejado una huella que ni siquiera dos mil años han logrado borrar. Es más, mientras que otros grandes hombres han ido surgiendo y desapareciendo, Cristo no ha dejado de ser adorado y amado por millones de personas por todo el mundo hasta el día de hoy.

Pero antes de que nos centremos en estudiar lo que este evangelio tiene que decirnos acerca de él, debemos hacernos previamente algunas preguntas acerca del documento que tenemos delante: ¿Podemos fiarnos de lo que dice este evangelio? ¿Quién fue realmente su autor? ¿Hay evidencias de que Marcos lo escribiera? ¿Estaba Marcos capacitado para escribir una biografía histórica sobre Jesús? ¿Qué sabemos de él? ¿Está este evangelio respaldado por alguno de los apóstoles? ¿Dónde, cuándo, para quién se escribió? ¿Con qué propósito se escribió?

En fin, son preguntas muy importantes para cualquiera que tenga un serio interés en conocer la verdad sobre los evangelios, y más aún, sobre la persona del Señor Jesucristo, que es en definitiva de quien tratan estos escritos.

Por lo tanto, a lo largo de este primer estudio vamos a abordar algunas de estas cuestiones que hemos dividido en varios puntos:

I. ¿Quién fue el autor de este evangelio?

II. ¿Qué evidencias hay de que Marcos escribiera este evangelio?

III. ¿Qué sabemos de Marcos?

Por no alargar excesivamente este estudio, veremos otros asuntos en una segunda parte.

I. ¿Quién fue el autor de este Evangelio?

Para empezar, debemos decir que este evangelio tuvo dos autores, uno humano y otro divino.

1. El Autor divino: el Espíritu Santo

Y aunque para las personas incrédulas este dato no tenga ningún valor, debemos comenzar afirmando nuestra convicción de que fue el Espíritu Santo quien inspiró divinamente este escrito.

(2 P 1:21) "... Los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo."

(2 Ti 3:16-17) "Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra."

Notamos en estas dos citas que tanto los hombres como los Escritos fueron inspirados por Dios.

La palabra "inspirar" da a entender que fueron producidos por el soplo de Dios. Dios puso en estos escritos el hálito de su propio Espíritu creativo, de la misma manera que lo hizo cuando sopló aliento de vida en el hombre que había formado del polvo de la tierra (Gn 2:2).

2. El autor humano: Juan Marcos

Pero, por otro lado, hay que reconocer también a un autor humano.

Es verdad que este evangelio no viene firmado por ninguna persona. Esto pudo ser debido a varias razones. Tal vez fue una cuestión de modestia cristiana, o muy fácilmente, porque los primeros destinatarios del evangelio sabían perfectamente quién era su autor.

En cualquier caso, esto no es un inconveniente, puesto que el testimonio de los escritores cristianos de los primeros siglos identificaron de manera unánime a su autor como Juan Marcos.

Ahora bien, aunque Marcos fue quien puso por escrito la historia de Jesús en el evangelio que lleva su nombre, hay que resaltar también que esos mismos autores afirman que el apóstol Pedro fue la fuente principal de información que Marcos utilizó.

Habría que decir, por lo tanto, que la autoría humana de este evangelio es compartida entre el apóstol Pedro y Marcos.

II. ¿Qué evidencias hay de que Marcos escribiera este evangelio?

Como acabamos de mencionar, los escritores cristianos de los primeros tiempos dejaron constancia unánime de que Marcos fue el autor de este evangelio.

A continuación transcribimos algunas de las referencias.

Papías (hacia 130 d.C.)

El testimonio más antiguo que tenemos sobre la composición de los evangelios canónicos es el de Papías, obispo de Hierápolis, en Frigia, que escribió hacia el 130 una "Exposición de los Oráculos del Señor" en cinco libros. Esta obra se perdió hace mucho tiempo, pero el historiador Eusebio de Cesarea nos ha conservado algunos pasajes de ella:

"Y el anciano dijo esto también: Marcos, habiendo pasado a ser el intérprete de Pedro, escribió exactamente todo lo que recordaba, sin embargo no registrándolo en el orden que había sido hecho por Cristo. Porque él ni oyó al Señor ni le siguió; pero después, como he dicho, (ayudó) a Pedro, el cual adaptó sus instrucciones a las necesidades (de sus oyentes), pero no tenía intención de dar un relato conexo de las palabras del Señor. Así que Marcos no hizo distinción cuando escribió algunas cosas tal como las recordaba; porque en lo que tenía interés era en no omitir nada de lo que había oído, y en no consignar ninguna afirmación falsa en ello". (Eusebio en su Historia Eclesiástica, III,39,1-15).

Ireneo de Lyon (hacia 140-202 d.C.)

Ireneo, discípulo de Policarpo, que a su vez había sido discípulo del apóstol Juan, escribe lo siguiente:

"Mateo, (que predicó) a los Hebreos en su propia lengua, también puso por escrito el Evangelio, cuando Pedro y Pablo evangelizaban y fundaban la Iglesia. Una vez que éstos murieron, Marcos, discípulo e intérprete de Pedro, también nos transmitió por escrito la predicación de Pedro. Igualmente Lucas, seguidor de Pablo, consignó en un libro "el Evangelio que éste predicaba". Por fin Juan, el discípulo del Señor "que se había recostado sobre su pecho", redactó el Evangelio cuando residía en Éfeso". (Ireneo, Contra las Herejías, III, i,1).

Tertuliano (en su apogeo 197-216)

Tertuliano fue uno de los teólogos más sobresalientes de la iglesia entre los siglos II y III. Su trabajo como apologista es ampliamente reconocido. Su testimonio tocante a la autenticidad de los Evangelios no debe pasarse por alto con ligereza. En su obra "Contra Marción", escrita a principios del siglo tercero, Tertuliano afirma que el Evangelio de Marcos refleja la predicación de Pedro.

"...El que publicó Marcos, aunque se dice que es de Pedro, de quien Marcos era intérprete..."

Clemente de Alejandría (hacia 150-215 d.C.)

Según Eusebio, Clemente de Alejandría afirmaba:

"Aquellos evangelios que contienen las genealogías son los primeros que se escribieron; que el evangelio según Marcos se empezó a escribir de la siguiente manera: en tiempos en los que Pedro publicaba la palabra en Roma y exponía el evangelio bajo la acción del Espíritu, aquellos que en gran número estaban presentes en aquella ocasión le pidieron a Marcos que, puesto que llevaba acompañando mucho tiempo a Pedro y se acordaba de las cosas que él había dicho, pusiera por escrito sus palabras; así lo hizo y les dio el evangelio a los que se lo habían pedido; cuando se enteró de ello Pedro, no dijo nada ni para impedirlo ni para promoverlo. Por su parte, Juan, el último, al ver que el aspecto material de las cosas ya había salido a luz en los evangelios, movido por sus discípulos e inspirado por el soplo divino del Espíritu, compuso un evangelio espiritual". (Eusebio en su Historia Eclesiástica, VI,14,6-7).

El prólogo Antimarcionita

Se sabe que desde fechas muy tempranas (año 160-180 d.C.) las cartas iban precedidas de prólogos contra las ideas de Marción, que fue el primero en elaborar un canon de libros que él reconocía como genuinos y de origen apostólico. Recientemente se ha puesto de manifiesto que también los evangelios iban precedidos de prólogos similares. Al del evangelio de Marcos le faltan las palabras iniciales. El fragmento dice así: "...declaró Marcos, al que apodan de los dedos lisiados, porque los tenía mas bien pequeños en comparación con su estatura. Fue intérprete de Pedro; y después de la muerte de éste, puso por escrito este mismo evangelio en Italia".

Es importante señalar que no hay ninguna evidencia histórica que contradiga que Marcos fue el autor de este evangelio y que recibió su información de un testigo ocular de primerísimo orden como fue el apóstol Pedro.

Esto contradice claramente las teorías de los críticos liberales modernos, que afirman sin demostrarlo, que este evangelio fue una composición anónima de varios autores desconocidos que recogieron en una época tardía varias tradiciones orales muy distorsionadas y exageradas sobre la persona de Jesús.

III. ¿Qué sabemos de Marcos?

El Espíritu Santo eligió a Marcos para escribir el evangelio que lleva su nombre. Esto nos lleva a preguntarnos ¿quién era Marcos? ¿por qué lo eligió a él? ¿qué sabemos sobre su trayectoria espiritual? ¿de dónde obtuvo la información que recoge en su evangelio?

En esta parte de nuestro estudio tendremos que realizar cierta labor de investigación, revisando todas las referencias que en el Nuevo Testamento encontramos a Marcos.

1. Formó parte de la primera iglesia cristiana en Jerusalén en tiempos de los apóstoles

La primera referencia que encontramos a Marcos está en (Hch 12:12).

(Hch 12:12) "Y habiendo considerado esto, llegó a casa de María la madre de Juan, el que tenía por sobrenombre Marcos, donde muchos estaban reunidos orando."

El relato nos introduce en la primera etapa de la iglesia cristiana, todavía en Jerusalén, cuando era duramente perseguida. En ese contexto, Pedro, que acababa de ser liberado de la prisión, no dudaba acerca del lugar en el que encontraría reunidos a los cristianos, que no era otro que la casa de María, la madre de Juan Marcos. Entendemos que María, la madre de Marcos, tenía una buena posición económica, lo que se desprende del hecho de que tenía una casa amplia, y al menos una sirvienta.

Por lo tanto, podemos deducir que Marcos vivía en Jerusalén cuando Jesús fue crucificado, lo que le permitió ser conocedor de primera mano de muchos de los hechos que luego escribió en su evangelio. Además, estuvo en contacto directo con la primera iglesia cristiana y con los apóstoles, siendo testigo en primera fila de cuanto ocurría en aquellos primeros días del cristianismo en Jerusalén.

2. Su nombre compuesto: Juan Marcos

Otro detalle interesante es su nombre compuesto: "Juan Marcos". Juan era su nombre hebreo, mientras que Marcos era su nombre romano. Esto era frecuente para personas que se movían entre ambientes judíos y gentiles. En su caso, finalmente, su nombre judío fue casi totalmente olvidado, siendo conocido simplemente como "Marcos". La razón se debe principalmente a que él llevó la historia de los hechos de Jesús que tuvieron lugar en Israel hasta el mundo gentil, y por lo tanto fue conocido por su nombre latino.

3. Formó parte del primer equipo misionero que fue a predicar a los gentiles

La segunda referencia a Juan Marcos aparece en (Hch 13:5).

(Hch 13:5) "Y llegados a Salamina, anunciaban la palabra de Dios en las sinagogas de los judíos. Tenían también a Juan de ayudante."

Esto nos lleva a la siguiente etapa de la iglesia cristiana: su extensión por el mundo gentil. Aquí lo encontramos como "ayudante" de los dos hombres que lideraron esta nueva etapa del cristianismo: el apóstol Pablo y Bernabé. Y Juan Marcos estaba allí formando parte de la primera expedición cristiana que fue a predicar el evangelio en el mundo gentil.

4. Una mancha en el expediente de Marcos

Este viaje misionero puso una mancha en el expediente de Marcos (Hch 13:13).

(Hch 13:13) "Habiendo zarpado de Pafos, Pablo y sus compañeros arribaron a Perge de Panfilia; pero Juan, apartándose de ellos, volvió a Jerusalén."

Las razones que le llevaron a este abandono no se nos dicen. En Chipre se encontraba a gusto, tal vez porque era el lugar de donde era Bernabé (Hch 4:36), que como más tarde veremos, era tío de Marcos (Col 4:10). Pero cuando pasaron a tierras desconocidas, tal vez se asustó viendo la dureza de la Obra.

Esto creó un borrón en su prometedora carrera cristiana. Las consecuencias que tuvo su decisión las encontramos en (Hch 15:36-40).

(Hch 15:36-40) "Después de algunos días, Pablo dijo a Bernabé: Volvamos a visitar a los hermanos en todas las ciudades en que hemos anunciado la palabra del Señor, para ver cómo están. Y Bernabé quería que llevasen consigo a Juan, el que tenía por sobrenombre Marcos; pero a Pablo no le parecía bien llevar consigo al que se había apartado de ellos desde Panfilia, y no había ido con ellos a la obra. Y hubo tal desacuerdo entre ellos, que se separaron el uno del otro; Bernabé, tomando a Marcos, navegó a Chipre, y Pablo, escogiendo a Silas, salió encomendado por los hermanos a la gracia del Señor."

Cuando Pablo y Bernabé planeaban comenzar su segundo viaje misionero, Marcos fue el motivo de desacuerdo por el que los dos misioneros se separaron tomando rumbos distintos. Discutieron por causa de este joven hasta el punto en que no pudieron empezar juntos otro viaje misionero.

¿Cuál de los dos tenía razón? Bernabé creía que Marcos había cambiado y estaba en condiciones de acompañarles en el nuevo viaje misionero. ¿Por qué no darle otra oportunidad? Pero Pablo se negaba a llevarlo debido a su abandono en el viaje anterior. Lo veía como un desertor que los había dejado en medio de la batalla. No se quería arriesgar. Los dos tenían buenas razones. Bernabé pensaba en la persona y Pablo en la Obra. Tal vez nosotros mismos hemos simpatizado a veces con uno y otras veces con otro. En cualquier caso, la Biblia ni le quita ni le da la razón a ninguno de los dos.

5. La restauración de Marcos

Marcos fue nuevamente el ayudante de Bernabé y esto formó parte de su proceso de restauración. No cabe duda de que la labor de Bernabé fue fundamental para recuperar a Marcos para el ministerio. En cierto sentido, Bernabé se arriesgó cuando tomó nuevamente a Marcos.

Notemos que el primer lugar a donde fueron en su viaje fue a Chipre (Hch 15:39). Este detalle es interesante porque fue precisamente desde allí donde Marcos había abandonado a Pablo y Bernabé en su viaje anterior (Hch 13:13).

Y es que la restauración debe comenzar en el mismo lugar del fracaso, volviendo a aquello que hemos hecho mal. Por ejemplo, el apóstol Pedro negó a Jesús junto a un fuego, y Jesús lo restauró junto a un fuego. Allí había negado al Señor tres veces, y el Señor le preguntó tres veces si le amaba. Sin lugar a dudas el proceso de restauración es doloroso pero necesario.

Marcos volvió a empezar donde lo había dejado. Es verdad que había perdido mucho tiempo, pero el Señor en su misericordia le dio una nueva oportunidad.

6. Marcos llegó a ser un íntimo colaborador del apóstol Pablo

Las siguientes referencias a Marcos las encontramos en las cartas del apóstol Pablo.

(Col 4:10) "Aristarco, mi compañero de prisiones, os saluda, y Marcos el sobrino de Bernabé, acerca del cual habéis recibido mandamientos; si fuere a vosotros, recibidle."

Como hemos señalado antes, Marcos y Bernabé eran familiares cercanos, y aquí tenemos la prueba de ello.

Pero lo que más nos interesa de este versículo es ver que Pablo había llegado a tener plena confianza en Marcos, hasta el punto de recomendarlo a la iglesia en Colosas en los términos que observamos en este versículo. Marcos había ganado nuevamente la confianza del apóstol, llegando a ser uno de sus colaboradores más apreciados.

Ahora Pablo estaba pidiendo a los creyentes colosenses que lo recibieran como a un obrero del Señor, alguien de peso. Vemos por tanto, que Pablo también restauró a Marcos. Estuvo dispuesto a reconocer las evidencias del cambio.

Tanto Pablo como Bernabé hicieron una gran obra con este hombre, aunque cada uno de ellos con un estilo diferente. Los hombres de Dios deben saber reconocer el verdadero arrepentimiento y ser capaces de restaurar.

(Flm 1:24) "Marcos, Aristarco, Demas y Lucas mis colaboradores"

Aquí vemos que Marcos formaba parte del equipo de colaboradores del apóstol Pablo. Y un dato curioso: en este versículo encontramos juntos a dos de los evangelistas (Marcos y Lucas). Podemos deducir que cada uno conocía la obra del otro.

(2 Ti 4:11) "Sólo Lucas está conmigo. Toma a Marcos y tráele contigo, porque me es útil para el ministerio."

Finalmente, cuando Pablo estaba encarcelado poco antes de ser ejecutado, muestra su deseo de tener a Marcos con él. Es significativo que antes de morir, Pablo deseara que Marcos estuviera a su lado.

7. El apóstol Pedro consideraba a Marcos como su "hijo"

La última mención a Marcos la encontramos en la primera epístola de Pedro:

(1 P 5:13) "La iglesia que está en Babilonia, elegida juntamente con vosotros, y Marcos mi hijo, os saludan."

Marcos acompañó también al apóstol Pedro, siendo un hombre de su confianza. Y a juzgar por la forma en la que se refiere a él: "Marcos mi hijo", deducimos que había un trato muy íntimo entre ellos.

Tal vez podemos pensar que Marcos llegó a conocer al Señor Jesucristo por medio del testimonio de Pedro en aquellos días cuando la iglesia se reunía en la casa de su madre. O tal vez Pedro fue uno de los instrumentos usados por Dios en el proceso de restauración de Marcos después de su abandono en el primer viaje misionero. No sería difícil imaginar esto, ya que Pedro también había tenido que aprender lo que significaba ser restaurado para el servicio después de que él mismo negara al Señor. Nadie mejor que Pedro para entender cómo se sentiría Marcos y ayudarle espiritualmente.

Pero quizás el apóstol tenía también otra intención. Si tal como dicen los escritores del segundo siglo, Marcos había escrito su evangelio bajo las indicaciones de Pedro, una referencia a él como su "hijo" sería la manera en la que el apóstol estaría dando su aprobación a la labor que Marcos había realizado al escribir su evangelio.

En cualquier caso, Pedro y Marcos compartían vivencias importantes en cuanto a su relación con Jesús que facilitaba su unión y compañerismo. Como ya hemos visto, ambos fracasaron en un momento crucial de sus vidas y a ambos se les dio una segunda oportunidad. Esto hacía fácil la colaboración entre ambos.

La influencia de Pedro se percibe a lo largo de todo el evangelio, corroborando así la afirmación de los primeros escritores cristianos.

Escribió lo que muchas veces había escuchado contar a Pedro. Podríamos decir que Marcos ve a través de los ojos de Pedro y lo escribe.

En todos los episodios narrados en su evangelio, Pedro ha estado presente, a excepción de un paréntesis cuando los apóstoles dejaron a Jesús solo al ser enviados por él a predicar. En ese punto el evangelio se detiene y cuenta la historia de la muerte de Juan el Bautista (Mr 6:14-29).

El evangelio de Marcos tiene una conexión directa con la vida y el entorno de Pedro: Junto al mar de Galilea, el lugar de trabajo de Pedro (Mr 1:16); en la sinagoga en Capernaum, la ciudad donde vivía Pedro (Mr 1:21); en la casa de Pedro (Mr 1:29) (Mr 2:1) (Mr 9:33); y con la familia de Pedro (Mr 1:30).

Otro detalle interesante es que el esquema general del evangelio de Marcos coincide con el esquema de la predicación de Pedro en casa de Cornelio y que encontramos en (Hch 10:34-43).

Esta influencia directa de Pedro viene a ser un factor muy importante en vista de su gran autoridad como testigo, apóstol y portavoz de los Doce.

8. El carácter de Marcos: un hombre de "segunda línea" que sirve

Hemos visto a Marcos como "ayudante" de Bernabé, de Pablo y también de Pedro. Estos eran hombres de Dios que lideraron los grandes avances del evangelio y que también escribieron importantes documentos doctrinales.

Pero también los hombres de segunda línea son importantes. Por ejemplo, en el fútbol, los hombres de "segunda línea", es decir, los que ocupan las posiciones en el centro del campo, son fundamentales para los que van en vanguardia, siendo incluso en muchas ocasiones los que marcan los goles.

En los días en que Pablo estuvo encarcelado y no podía viajar, Marcos fue uno de sus hombres de confianza y pudo enviarlo a ciertos lugares (por ejemplo a Colosas), para que llevara a cabo la obra que él mismo no podía realizar por sus circunstancias. Cuando estaba a punto de morir martirizado, Pablo deseaba tener junto a él a Marcos en quien en cierta medida también se apoyaba. Pedro mismo no escribió ningún evangelio, fue Marcos quien realizó esta labor.

Podríamos decir que sin hombres de segunda línea, difícilmente habría hombres de primera línea. En nuestros días hay muchos peleándose por ser hombres de primera línea, pero ¡qué importantes son los que están detrás! Sin ellos, sin su ayuda, sin su trabajo silencioso, sin su disposición al servicio, sin su entrega abnegada y muchas veces no reconocida, estos hombres que figuran en la primera línea, en la mayoría de las ocasiones no podrían hacer nada. El Señor conoce todas estas cosas.

9. Una nota autobiográfica en su evangelio

Un pasaje dentro del mismo evangelio que ha despertado la curiosidad de muchos de sus lectores lo encontramos en:

(Mr 14:51-52) "Pero cierto joven le seguía, cubierto el cuerpo con una sábana; y le prendieron; mas él, dejando la sábana, huyó desnudo."

Marcos es el único evangelista que recoge este incidente, y la verdad es que no aporta nada al texto, dejándonos de hecho más preguntas que soluciones. Por todo ello, muchos han llegado a pensar que se trata de un apunte autobiográfico oculto con el que el evangelista firma su libro.

Para entenderlo mejor pensemos en una ilustración: Casi todas las películas del director de cine Alfred Hitchcock contienen un cameo de él mismo. Aparece efímeramente como extra o se ve una imagen suya en algún momento de sus películas, por ejemplo, un mayordomo cruzando por la escena, un hombre leyendo un periódico. Era una forma de identificar sus películas como suyas.

Y con estos versículos es como si Marcos nos estuviera diciendo: "Yo estuve allí".

Si esto último fuera así, entonces el detalle tendría una importancia muy grande para nosotros, porque colocaría a Marcos en las últimas horas de la vida de nuestro Señor Jesucristo en esta tierra, cuando él estaba orando en el monte de Getsemaní y en medio de su posterior arresto.

Sin hacer afirmaciones dogmáticas, podemos imaginar una posible reconstrucción de los hechos de esa última noche:

El aposento alto donde Jesús celebró la última pascua con sus discípulos habría sido la casa de María, la madre de Juan Marcos.

Mientras Jesús todavía estaba reunido con sus discípulos, Judas salió con la intención de entregarle a los judíos.

Cuando Judas regresó con la guardia al aposento alto, Jesús y los apóstoles ya lo habían abandonado para ir al huerto de Getsemaní.

El joven Marcos, que estaría ya dormido en la planta de abajo, fue despertado por la multitud que buscaba a Jesús y salió apresuradamente detrás de ellos para ver qué pasaba.

En Getsemaní se colocó a cierta distancia para ver lo que ocurría, pero después que los discípulos huyeron, él siguió en su escondite hasta que fue descubierto por la guardia, momento en que salió huyendo, dejando la sábana con la que estaba cubierto.

10. Conclusiones

Después de todas estas consideraciones, podemos estar seguros de que el Espíritu Santo eligió a la persona indicada para escribir un relato histórico y fiable acerca de Jesús.

Un joven que vivió en Jerusalén en los días del Señor Jesucristo y que pudo conocer por lo tanto su ministerio e incluso estar presente en sus últimas horas antes de morir.

Un creyente que formó parte de la primera iglesia cristiana y que su misma casa fue centro de reunión de los apóstoles y de los testigos de Jesús.

Un discípulo que acompañó al apóstol Pablo y Bernabé en las primeras etapas de la extensión del cristianismo por el mundo gentil y que era tenido en alta estima también por el apóstol Pedro.

Por tanto, no es de extrañar, que cuando en el siglo II se planteó cuáles eran los libros inspirados, el Evangelio de Marcos fue admitido sin dudas en el canon sagrado, siendo seguramente el primero en ser reconocido en la iglesia del primer siglo como plenamente autoritativo.

Preguntas

1. ¿Quién fue el autor de este evangelio? Razone su respuesta.

2. Explique por qué cree que el Espíritu Santo escogió a Juan Marcos para la redacción de uno de los cuatro Evangelios.

3. ¿Qué le parece que el Espíritu Santo escogiera para una labor tan importante como la de escribir un Evangelio a una persona que tenía una "hoja de servicios" manchada (Hch 13:13)? Justifique su respuesta. ¿Qué aprende a nivel personal de este hecho?

4. ¿Por qué decimos que Juan Marcos fue un hombre de "segunda línea"? Ponga algunos ejemplos que justifiquen esta afirmación.

5. ¿Qué importancia puede tener que Pedro llamara a Marcos "mi hijo" en (1 P 5:13)?

El evangelio de Marcos - Introducción (II)

Introducción

En nuestra sesión anterior tuvimos la ocasión de considerar quién fue Marcos, el autor del evangelio que lleva su nombre. Y después de examinar sus credenciales, llegamos a la conclusión de que el Espíritu Santo escogió a una persona plenamente capacitada para la labor de escribir un relato fidedigno acerca del Señor Jesucristo. Tal fue así que los cristianos de los primeros tiempos no dudaron en reconocer su evangelio como un escrito de total confianza y autoridad. Las razones fundamentales fueron varias:

Como recordarán, vimos que Marcos vivió en el mismo lugar y en el mismo periodo de tiempo en que el Señor Jesucristo llevaba a cabo su ministerio.

Además de esto, su principal fuente de información fue el apóstol Pedro, uno de los apóstoles que acompañó al Señor desde el principio.

Y si esto no fuera suficiente, también contaba con el apoyo de otros apóstoles y de importantes líderes de la primera iglesia cristiana de Jerusalén.

Todos estos hechos son realmente importantes, ya que establecen una diferencia absoluta con los evangelios llamados apócrifos, los cuales fueron escritos a partir de finales del siglo II por personas que no conocieron de forma directa los hechos relacionados con la vida del Señor Jesucristo. Y aunque en nuestros días hay muchas personas que insisten en colocarlos a todos ellos en un mismo nivel, tal forma de proceder no es justa ni correcta. Finalmente lo que pretenden es desprestigiar a los evangelios canónicos (Mateo, Marcos, Lucas y Juan) haciéndonos creer que fueron compuestos de la misma forma que los apócrifos. Pero esto no fue así.

Por otro lado, además de los evangelios apócrifos, otro escrito muy popular en algunos ámbitos, y que también recoge algunos datos acerca del Señor Jesucristo, es el Corán. Este es el libro sagrado de los musulmanes y en él los discípulos de Mahoma registraron por escrito lo que habían escuchado decir a su líder. En realidad, lo que en él se recoge acerca del Señor Jesucristo no cuenta con ningún tipo de respaldo histórico, ya que fue escrito seis siglos después del ministerio público del Señor, y ni Mahoma ni sus discípulos conocieron de forma directa los hechos de los que escribieron. Ante esta falta de evidencias históricas, los musulmanes contestan que el Corán es la palabra eterna e increada de Alá. Pero lo cierto es que Mahoma transmitió su relato acerca de Jesús basándose en algunas partes que conocía de los evangelios canónicos, y especialmente en porciones de los evangelios apócrifos, haciendo una composición propia que cuadraba con sus intereses. Y lo mismo hizo con otros personajes bíblicos del Antiguo Testamento. Por todo esto, desde una perspectiva histórica y documental, el Corán no tiene ningún tipo de autoridad cuando se compara con la Biblia. ¿Qué prefiere usted, una historia escrita por los testigos oculares de los hechos, o un relato compuesto seis siglos después a partir de tradiciones orales poco fiables? La respuesta es lógica: la Biblia.

No obstante, aunque en esta introducción al evangelio de Marcos ya hemos analizado algunos detalles importantes acerca de su autor, todavía nos queda considerar otros aspectos de su obra, así que en este estudio vamos a contestar las siguientes preguntas:

I. ¿Dónde, cuándo y para quien se escribió el evangelio de Marcos?

II. ¿Con qué propósito se escribió?

III. La persona del Señor Jesús en el evangelio de Marcos

I. ¿Dónde, cuándo y para quién se escribió?

1. ¿Dónde se escribió el evangelio de Marcos?

Aunque ya hemos notado las diferentes tradiciones que relacionan el evangelio de Marcos con Pedro, y de este último con Roma, sin embargo, en ningún lugar del evangelio se indica o prueba de forma definitiva que su lugar de origen haya sido Roma.

2. ¿Cuándo se escribió el evangelio de Marcos?

Fijar la fecha en la que fue redactado este evangelio es un asunto complejo de determinar, pero en cualquier caso, todo apunta a que fue uno de los primeros documentos del Nuevo Testamento en ser escrito.

Algunos, considerando una tradición antigua que relacionaba a Marcos como el interprete de Pedro y que decía que el evangelio fue escrito después de la muerte del apóstol, asignan una fecha para su redacción alrededor de los años 58 al 65 d.C.

Otros consideran que Marcos pudo haber escrito su evangelio antes de la muerte de Pedro. Éstos analizan la relación de Marcos con los otros evangelios sinópticos y ven evidencias de que tanto Lucas como Mateo conocían el evangelio de Marcos cuando escribían sus propios evangelios. Por lo tanto, fijan la fecha de redacción de Marcos antes que la de los otros dos. A partir de ahí razonan de la siguiente manera: si Hechos de los Apóstoles es posterior a Lucas (Hch 1:1), y además fue escrito cerca del primer encarcelamiento de Pablo, alrededor del año 60 d.C., indudablemente necesitamos dar una fecha previa para Lucas y una aún más temprana para Marcos, dado que Lucas conoce el evangelio de Marcos. Por todo ello, estos eruditos adjudican a Marcos una fecha entre los años 50 a 60 d.C.

A toda esta investigación hay que unir el descubrimiento del sacerdote español O´Callaghan que examinó un pequeño fragmento de papiro encontrado en la cueva número 7 cerca de Qumrán, y afirma que dicho papiro contiene (Mr 6:52-53). El papiro pertenece a material al que se le asigna una fecha alrededor de los años 50 d.C., lo cual implicaría que este Evangelio fue compuesto en una fecha anterior a la fecha del papiro.

Otro interesante descubrimiento relacionado con el evangelio de Marcos ha tenido lugar más recientemente en Egipto. Los expertos han encontrado una máscara de las que se colocaban sobre la cabeza y pecho de las momias, y que al tratarse de una persona de clase humilde, había sido confeccionada con telas y papiros empapados en yeso a modo de papel maché (por supuesto, esto no tiene nada que ver con las máscaras de los faraones que estaban hechas de materiales preciosos, como la conocida máscara de oro de Tutankhamón). Los científicos, después de emplear una moderna técnica que permite despegar las sucesivas capas que forman la máscara sin que se borre lo escrito sobre los papiros, han descubierto que uno de ellos contiene un fragmento del evangelio de Marcos. Y aunque todavía falta que se publique el estudio definitivo, los científicos creen que su origen se remonta al primer siglo de nuestra era, entre el año 80 y 90. Para fechar el texto, los especialistas se han basado, sobre todo, en la información proporcionada por el resto de papiros que formaban la máscara de la momia, en la paleografía (el modo de escribir de los antiguos escribas se fue modificando con el tiempo y permite ofrecer fechas aproximadas), e incluso en una datación de carbono 14. Así que, si Marcos escribió su evangelio en Roma, a donde habría acompañado al apóstol Pedro, y esta copia ya se encontraba en Egipto sobre el año 80 d.C., deducimos que tuvo que ser escrito bastante antes, y que por supuesto, tuvo una amplia difusión desde que fue escrito.

Por lo tanto, ¿cuándo fue escrito el evangelio de Marcos? Probablemente en algún momento entre los años 40 a 65 d.C., seguramente en la primera parte de este periodo.

3. ¿Para quién se escribió?

Como ya hemos señalado, es posible que se escribiera en Roma y para la iglesia en aquella ciudad. Y aunque no podemos estar completamente seguros de esto, al examinar la evidencia interna del mismo evangelio, lo que sí que podemos afirmar con seguridad es que fue dirigido a personas que no eran judías. Esto se deduce por las siguientes razones:

Emplea muchas más palabras de origen latino que cualquiera de los otros evangelios.

Explica las palabras y costumbres judías que no serían entendidas por lectores romanos o gentiles. Por ejemplo la tradición de los ancianos de los judíos de lavarse las manos (Mr 7:3), o la fiesta de la pascua y los panes sin levadura (Mr 14:1,12), la víspera del sábado (Mr 15:42) y el sitio o ubicación de algunos lugares (Mr 13:3).

Se omiten las profecías del Antiguo Testamento que serían desconocidas para los gentiles. Por ejemplo, a diferencia del evangelio de Mateo en que este tipo de referencias son muy numerosas, Marcos sólo recoge dos de ellas (Mr 1:2-3) (Mr 15:28).

II. ¿Con qué propósito se escribió el Evangelio de Marcos?

1. Proveer a las generaciones futuras de una historia escrita sobre Jesús

Si bien Jesús no escribió ningún libro, lo que dijo fue atesorado por aquellos que le escucharon. Pero la perpetuación de las palabras y los hechos de Jesús no se podían confiar a la tradición oral. La única forma de evitar que todos estos hechos históricos se "corrompiesen" al ser trasmitidos oralmente de una persona a otra era ponerlos por escrito cuanto antes. Así que ésta sería una de las razones por las que se escribieron todos los Evangelios.

2. Formar a los cristianos para dar testimonio de su fe

Como ya hemos mencionado en varias ocasiones, Marcos escribió su evangelio a partir de lo que muchas veces había escuchado predicar al apóstol Pedro. Así que, muy probablemente, lo que tenemos aquí sea un resumen de aquellos momentos del ministerio del Señor Jesucristo que él consideraba imprescindible que las nuevas generaciones de creyentes conocieran para tener una fe sólida que les permitiera edificar sobre un fundamento correcto las nuevas iglesias, les ayudara a dar un testimonio correcto del Señor, y también les animara para hacer frente a las duras pruebas por las que tarde o temprano tendrían que atravesar.

3. Presentarnos la persona de Jesús

Este es el principal propósito de toda la Escritura: revelar al Señor Jesucristo.

Dada la importancia de este propósito, lo examinaremos en un punto aparte.

III. La persona del Señor Jesús en el evangelio de Marcos

Al ir leyendo con atención el Evangelio de Marcos, nos damos cuenta de que contesta a tres preguntas que constituyen la médula del cristianismo:

¿Quién es Jesús?

¿Por qué vino?

¿Qué exige Jesús de los que quieren seguirlo?

1. ¿Quién es Jesús?

A lo largo de todo su evangelio, Marcos nos presenta al Señor Jesucristo con un dominio supremo ante cualquier situación con la que se enfrentara, lo que sirve para mostrarnos que él no era un hombre más.

Por ejemplo, vemos que sorprendió a todos los asistentes en la sinagoga en Capernaum por su autoridad y poder en la enseñanza (Mr 1:21-28). En otras ocasiones los líderes religiosos de las distintas facciones del judaísmo le buscaban para hacerle preguntas enrevesadas con el fin de prenderle en alguna palabra, pero él siempre tenía la contestación apropiada que los dejaba en silencio. Cuando él hablaba era como si alguien encendiera de repente las luces en una habitación a oscuras. Su palabra siempre ponía fin a cualquier debate, era definitiva.

Cuando se enfrentaba con Satanás y todos sus demonios, nadie podía hacerle frente. Satanás intentó tentarle sin éxito (Mr 1:12-13), y los demonios más feroces obedecían sin resistencia sus órdenes (Mr 5:1-20).

Los enfermos le buscaban por cientos y ninguno de ellos regresó a su casa sin haber sido sanado (Mr 1:32-34). Con sólo tocarlos o pronunciar una palabra desaparecían las enfermedades más arraigadas e incurables que el ser humano ha conocido.

Tenía una autoridad absoluta sobre la naturaleza, y con una palabra era capaz de calmar las tempestades (Mr 4:35-41). Sus mismos discípulos, experimentados marineros, se preguntaban: "¿Quién es éste, que aun el viento y el mar le obedecen?".

En otra ocasión, el Señor Jesucristo dejó perplejos a todos cuando le dijo a un paralítico: "Hijo, tus pecados te son perdonados" (Mr 2:5). La reacción de los que le acompañaban no se hizo esperar y rápidamente empezaron a murmurar: "¿Por qué habla éste así? Blasfemias dice. ¿Quién puede perdonar pecados, sino sólo Dios?" (Mr 2:7). Su razonamiento era lógico. El pecado es una ofensa contra Dios, de modo que sólo Dios puede perdonarlo. Por lo tanto, cuando Jesús hizo esta declaración, estaba diciendo que él mismo era Dios. Ahora bien, hablar de este modo es fácil, pero demostrarlo es algo muy diferente. Pero entonces, para convencer a todos los que dudaban de su autoridad para perdonar pecados, le dijo al paralítico que se levantara y se fuera a su casa, algo que el hombre hizo inmediatamente ante el asombro de todos (Mr 2:11-12).

Los hombres decimos que todo tiene solución menos la muerte, pero el Señor Jesucristo se enfrentó a ella con total autoridad, resucitando a varias personas a lo largo de su ministerio. Marcos nos relata el caso de la hija de Jairo, a la que el Señor tomó de la mano y la llamó para que se levantara, como si la estuviera despertando del sueño (Mr 5:35-43). Y finalmente, él mismo salió victorioso de la tumba después de haber venciendo a la muerte.

No ha habido ningún hombre a lo largo de toda la historia de la humanidad que se pueda comparar con el Señor Jesucristo. Y Marcos nos ha proporcionado abundante información sobre él para que nosotros mismos nos preguntemos: ¿Quién es Jesús? De hecho, el mismo Señor quería que cada persona se hiciera esta pregunta. Tal era su interés que en un momento crucial de su ministerio preguntó a sus discípulos: "¿Quién dicen los hombres que soy yo?... Y vosotros, ¿quién decís que soy?" (Mr 8:27-29).

¿Qué podemos contestar a esto? Pues la única respuesta razonable es la que el mismo Marcos nos da en el primer versículo de su evangelio: "Jesucristo, el Hijo de Dios" (Mr 1:1).

Jesucristo es el Hijo de Dios. Esta misma declaración resuena una y otra vez a los largo de todo el evangelio:

Durante su bautismo, fue el mismo Padre quien se dirigió a él con estas palabras: "Tú eres mi Hijo amado; en ti tengo complacencia" (Mr 1:11).

Y otra vez en el monte de la Transfiguración: "Este es mi Hijo amado; a él oíd" (Mr 9:7).

Fue presentado como el "hijo amado que es enviado" en la parábola de los viñadores homicidas (Mr 12:6).

Y hasta los demonios que expulsaba lo proclamaban como "el Santo de Dios" (Mr 1:24) (Mr 3:11) (Mr 5:7).

El centurión romano que estaba a los pies de la cruz también coincidió en afirmar: "Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios" (Mr 15:39).

No puede ser de otra manera. Es cierto que Jesús era un hombre, pero era mucho más que eso, era el Hijo de Dios que había venido a este mundo. Y esto nos lleva a la siguiente pregunta:

2. ¿Por qué vino a este mundo?

El Señor Jesucristo nos explicó la razón de su venida:

(Mr 10:45) "Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos."

El vino a dar su vida en rescate por los pecadores. Quiere rescatarnos de nuestros pecados, del juicio y del infierno.

Ahora bien, esto nos lleva a hacernos otra pregunta: ¿Quiénes son los pecadores que necesitan esta salvación? ¿Quiénes son los buenos y quiénes son los malos?

Marcos nos ayuda nuevamente a contestar esta pregunta por medio de un relato muy conocido de su evangelio: el llamamiento de Leví (Mr 2:13-17). El Señor llamó a Leví, un conocido recaudador de impuestos, para que fuera uno de sus discípulos íntimos. En aquella época los recaudadores de impuestos no sólo eran traidores que se habían vendido a los invasores romanos por dinero, sino que también se caracterizaban por llevar una vida inmoral. Podemos imaginarnos la cara que pusieron los escribas y fariseos, personas muy religiosas y de una moralidad externa intachable, cuando vieron a Jesús sentado a la mesa en casa de Leví rodeado de publicanos y pecadores notorios de la sociedad. "¿Qué es esto, que él come y bebe con publicanos y pecadores?", preguntaron con indignación.

Para contestar a su pregunta, el Señor usó de una nueva ilustración: el médico y los enfermos. El pecador es como un enfermo que necesita ser curado, y el Señor se presenta como el Médico divino que puede sanarlo.

(Mr 2:17) "Al oír esto Jesús, les dijo: Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores."

Ahora bien, ¿sólo los publicanos eran pecadores? ¿Qué diremos de los fariseos y de los escribas? Bueno, ellos no creían que fueran malos, de hecho, se sentirían profundamente ofendidos si alguien les planteara esa posibilidad. Ellos se creían buenos, o al menos no tan malos como los publicanos, lo que finalmente, según su propio criterio, les hacía buenas personas. Pero lo cierto era que debajo de su inmaculada apariencia religiosa, se escondía un corazón igualmente pecador, con los mismos bajos instintos que los de un publicano. Y Marcos rápidamente los va a descubrir. Un poco más adelante nos dice que "los fariseos tomaron consejo con los herodianos contra Jesús para destruirle" (Mr 3:6). Y como ya sabemos, finalmente le crucificaron. No había ninguna duda de que ellos también eran pecadores que necesitaban un Salvador, su problema es que no querían admitirlo, su orgullo les impedía hacerlo.

Y aunque nos cueste reconocerlo, todos nosotros también somos pecadores y todos por igual necesitamos al Señor Jesucristo. Muchas veces nos justificamos a nosotros mismos pensando que no somos tan pecadores como otros, especialmente como los asesinos, violadores, pedófilos, ladrones... pero para el Señor todos estos pecados son igual de graves y acaban teniendo las mismas consecuencias que otros muchos a los que no damos tanta importancia. Fijémonos en lo que dijo el Señor Jesucristo haciendo un diagnóstico del corazón humano:

(Mr 7:21-23) "Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, la lascivia, la envidia, la maledicencia, la soberbia, la insensatez. Todas estas maldades de dentro salen, y contaminan al hombre."

Nosotros hacemos diferencia entre un homicidio y tener malos pensamientos, entre hurtar y engañar, entre el adulterio y la avaricia, pero para Dios cada uno de estos pecados indica por igual que el corazón del hombre está enfermo.

Ahora bien, ¿cómo iba a salvar a los hombres? La respuesta está en el versículo que hemos leído anteriormente: "él vino a dar su vida en rescate por muchos" (Mr 10:45).

Cuando él murió en la cruz, él estaba pagando la culpabilidad de nuestros pecados. El justo estaba pagando por los injustos para llevarnos a Dios (1 P 3:18). Estaba pagando nuestro rescate para librarnos de la esclavitud.

3. ¿Qué exige Jesús de los que quieren seguirlo?

No basta con saber quién es Jesús, o incluso con saber a qué vino, hay que seguirlo, y eso tiene un precio. Tal como era su costumbre, el Señor Jesucristo se lo explicó a sus discípulos con total claridad:

(Mr 8:34-35) "Y llamando a la gente y a sus discípulos, les dijo: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame. Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí y del evangelio, la salvará."

En primer lugar es necesario "negarse a uno mismo".

Esto significa que debemos dejar de vivir para nosotros mismos, y empezar a vivir para él. Implica dejarle tomar las riendas de nuestra vida. Para ser un seguidor del Señor Jesucristo debemos cambiar toda nuestra forma de ver la vida: mi tiempo y la manera en que lo uso ya no lo decido yo, sino él, y lo mismo ocurre con mi dinero y lo que hago con él, mi trabajo, mi sexualidad, mi familia... Significa volver a colocar las cosas en el orden correcto, tal como nos enseña el Señor:

(Mr 12:30) "Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento."

En segundo lugar dice que es necesario "tomar su cruz".

Cuando Jesús dijo estas palabras se dirigía hacia la cruz, y advirtió a sus discípulos que para poder seguirle, ellos también deberían tomar su cruz. Esto no quería decir que ellos también deberían morir literalmente junto a Jesús en el Gólgota, pero sí que tendrían que morir de algún modo. Por otras partes del evangelio sabemos que se refería al arrepentimiento de nuestros pecados, un arrepentimiento que implicaba necesariamente dar muerte a nuestros deseos y pasiones pecaminosas. Esto significa que le demos la espalda a lo que sabemos que es malo, y confiemos en lo que él hizo por nosotros en la cruz.

No hay duda de que se trata de una exigencia muy radical. Pero también es cierto que Dios ha hecho algo infinitamente más radical por nosotros: envió a su propio Hijo para morir por nuestros pecados en una vergonzosa cruz.

Por último, el Señor da una razón convincente por la que nos conviene aceptar estas condiciones:

(Mr 8:36) "Porque ¿qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma?"

Preguntas

1. ¿Cómo contestaría a alguien que le dijera que los evangelios no son relatos históricos fiables acerca de Jesús, sino que recogen tradiciones orales tardías?

2. ¿Cuál es la diferencia entre los evangelios canónicos (Mateo, Marcos, Lucas y Juan) y los evangelios apócrifos?

3. ¿Con qué propósito se escribió el evangelio de Marcos?

4. Haga un resumen de la áreas de la vida en las que el Señor Jesucristo demostró que era mucho más que un hombre, que de hecho era el Hijo de Dios. Justifíquelo con algunas citas en el evangelio de Marcos.

5. Explique con sus propias palabras este versículo: "Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos" (Mr 10:45)

El Evangelio de Jesucristo - Marcos 1:1

(Mr 1:1) "Principio del evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios."


Introducción


Se ha dicho que este primer versículo funciona como un título del evangelio, y quizá sea cierto, pero al pensar en él sólo de esa manera, hay muchas posibilidades de que seamos tentados a no prestarle mucha atención, como si no formara parte del evangelio, cuando en realidad no es así.

Es verdad que el lector moderno de este evangelio puede leer este primer versículo sin que le diga nada nuevo, pero para los primeros receptores, que como ya consideramos en la Introducción eran gentiles del Imperio Romano, y que muy probablemente vivían en Roma, este primer versículo tuvo que causarles una impresión muy fuerte. De hecho, nos atrevemos a decir que el propósito de Marcos era precisamente ese, ganar su atención en el primer versículo y estimularles para que siguieran leyendo.

Ahora bien, ¿qué fue lo que pudo causar tanta sorpresa a los primeros lectores y que a nosotros nos pasa desapercibido? Esto será lo que tendremos que ir analizando a lo largo de este estudio.

Vamos a dividir nuestro estudio en varios apartados:

I. El principio del evangelio

II. El evangelio de Jesucristo

III. El nombre: "Jesús"

IV. El título: "Cristo"

V. Su naturaleza divina: "Hijo de Dios"

I. "El principio del evangelio"

1. ¿Qué es el "evangelio"?

Algunos piensan que el "evangelio" es un género literario (obras que cuentan la historia de la vida y enseñanzas de Jesús) al que pertenecen los cuatro evangelios, y visto desde ese punto de vista, interpretan que cuando Marcos escribe "principio del evangelio", lo que quería decir era algo tan obvio como que estaba dando comienzo a su escrito.

Y aunque es cierto que podemos pensar en los evangelios como un género literario, cuando Marcos escribía no tenía nada que ver con eso. La palabra "evangelio" es una de esas muchas palabras que ya existían en el mundo antiguo y que el cristianismo incluyó en su terminología. Por lo tanto, para entender correctamente lo que el evangelista quería decir con ella, debemos ver primero cómo se usaba en aquella época.

El término griego "euangelion" ("evangelio") significaba "buena noticia", "anuncio alegre" y se relacionaba frecuentemente con los emperadores romanos. Recordemos que el emperador romano se consideraba un dios, el señor del mundo, su salvador y libertador. Desde su punto de vista, el mundo estaba lleno de bárbaros incivilizados que había que conquistar para incorporar al Imperio Romano, la única alternativa válida al desorden y el caos en el que vivían los que todavía no formaban parte de él. Así pues, cada vez que el emperador regresaba de una victoria militar por las que extendía aún más su imperio, se proclamaban "las buenas noticias", el "evangelio". El mundo estaba siendo transformado en un lugar mejor debido al César, y eso había que anunciarlo para su mayor gloria.

Habiendo entendido esto, podemos imaginarnos el impacto que estas primeras palabras pudieron causar en los receptores de este evangelio. Ellos habrían escuchado con frecuencia la frase "el evangelio de César, el hijo de Dios", pero ahora Marcos había cambiado completamente la frase y les estaba diciendo que no eran los emperadores romanos los que iban a salvar el mundo, sino Jesucristo, el Hijo de Dios, y que por lo tanto había una alternativa al "evangelio del César".

2. ¿Cuál es el principio del evangelio?

Ahora bien, notamos que Marcos nos habla del "principio" del evangelio. ¿A qué "principio" se refiere? Ya hemos dicho que no estaba anunciando simplemente el comienzo de su narración. El tenía otro propósito mayor que ese.

Por un lado, veremos en los siguientes versículos que Marcos comienza su relato del evangelio presentándonos la labor de Juan el Bautista, el cual vino en cumplimiento de lo que previamente habían anunciado los profetas de la antigüedad Malaquías e Isaías. Por lo tanto, lo que nos está diciendo es que el evangelio no comenzó cuando el Señor Jesucristo vino a este mundo, sino que siempre había estado en el corazón de Dios desde la eternidad. Los constantes anuncios que encontramos en el Antiguo Testamento acerca de la venida del Mesías, probaban que esto era así. De hecho, el mismo apóstol Pedro hace referencia al sacrificio de "Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación, ya destinado desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los postreros tiempos por amor de vosotros" (1 P 1:19-20). Podemos decir que desde una perspectiva cronológica, el evangelio surge en la eternidad, mucho antes incluso de que el hombre hubiera sido creado o hubiera pecado, proveyendo una solución anticipada para la terrible situación que la caída introdujo en el mundo.

Pero por otro lado, la palabra "principio" también se puede referir al fundamento o la base de una cosa. Así se utiliza, por ejemplo, en el conocido versículo de Proverbios: "El principio de la sabiduría es el temor de Jehová" (Pr 1:7). Y en este sentido, el evangelio se fundamenta o tiene su base en Jesucristo, el Hijo de Dios. Y esto nos lleva al siguiente punto.

II. "El Evangelio de Jesucristo"

Marcos comienza su evangelio haciendo una importante afirmación: "el evangelio es de Jesucristo". ¿Qué quería decir con esto?

1. El evangelio trata acerca de Jesucristo

Es cierto que a través de sus relatos nos vamos a encontrar con muchas personas de cierta relevancia (los apóstoles, las autoridades judías o romanas, los miembros de las diferentes sectas del judaísmo, multitudes o individuos necesitados...), pero sin embargo, es la Persona de Jesucristo quien resplandece sobre todas las demás, mostrando una gloria única e inigualable. Sin él en el centro, toda la narración pierde su brillo y su vida.

Y aquí quizá sea necesario detenernos por un momento para hacer una reflexión: es fácil caer en la tentación de desplazar a Jesucristo del centro del Evangelio para colocar en su lugar otras cosas; una iglesia, un líder, una estrategia... o cualquier otra idea bajo el signo de la modernidad. Si esto hacemos, inevitablemente el Evangelio perderá su poder y su relevancia.

2. El evangelio se basa en la persona y la obra del Señor Jesucristo

El Evangelio revela el plan de Dios para la salvación del hombre. Y este plan tiene su sólido fundamento en quién es Jesús y en lo que él hizo por los pecadores muriendo en una cruz y resucitando al tercer día.

Sólo podemos ser salvados de nuestros pecados por la fe en él y en su obra. En esto consiste el Evangelio.

3. El evangelio de Jesucristo y el del César

Antes de continuar, hagámonos una reflexión: ¡Qué diferente es "el evangelio de Jesucristo" anunciado por los profetas y el "evangelio del César"!

El primero ha liberado y sigue haciéndolo a millones de personas en todo el mundo, mientras que del segundo, apenas nos quedan unas cuantas ruinas para distracción de los turistas. El César, al igual que muchos otros políticos desde entonces, han prometido un mundo mejor que nunca llega.

Los beneficios del evangelio de Jesucristo son universales y se otorgan a todos por igual. Se ofrece a marginados, pecadores, pobres y ricos, judíos y gentiles, cultos e incultos, jóvenes y mayores, sin distinción de raza o nación... En contraste, los que se beneficiaban de las buenas noticas del César eran siempre los mismos; los privilegiados y los poderosos.

Jesucristo nos salva entregando su propia vida en la cruz, mientras que los emperadores romanos imponían su autoridad por medio de sangrientas campañas militares que dejaban miles de muertos.

Jesucristo gana nuestros corazones por amor, mientras que César lo hacía por la fuerza y el miedo.

III. El nombre: "Jesús"

"Jesús" es un nombre hebreo que significa "Jehová es salvación".

Aunque era un nombre bastante común entre los judíos, en su caso le fue dado por indicaciones de un ángel y apuntaba al servicio que iba a llevar a cabo a favor del hombre.

(Mt 1:21) "Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados."

Es cierto que el hombre no parece estar muy preocupado por el pecado (en las encuestas se manifiestan otros intereses como el terrorismo, la crisis, el paro, la corrupción política, el hambre en el mundo, la violencia de género...), sin embargo, el pecado del hombre es la verdadera causa de nuestros problemas. El pecado destruye nuestras propias vidas y por él hacemos daño a los que nos rodean.

Y haciendo honor a su nombre, Jesús vino a terminar con la causa de nuestros problemas, y por supuesto, también lo hará con sus consecuencias.

IV. El título: "Cristo"

1. ¿Qué significa el título "Cristo"?

Aunque llegó a formar parte de su nombre ("Jesucristo"), en realidad era un título: "Jesús el Cristo".

"Cristo" es la traducción griega del término hebreo "Mesías", que en español significa "Ungido".

En el Antiguo Testamento servía para referirse a personas que eran capacitadas por Dios para una tarea particular a favor de su pueblo. Se exteriorizaba esa capacitación ungiendo con aceite a la persona en cuestión.

Aunque el título se aplicaba a reyes, profetas y sacerdotes, el Antiguo Testamento se centraba en anunciar la venida del Mesías, el Ungido de Jehová, alguien único que llevaría a cabo una misión especial.

2. ¿Por qué el Señor Jesús ocultaba con frecuencia que él era el Cristo?

Una de las características del evangelio de Marcos es la frecuencia con la que Jesús ordenaba a ciertos personajes (espíritus inmundos, demonios, personas beneficiadas por algún milagro, discípulos ...) que guardasen silencio y no desvelasen a nadie que él era el Cristo. Es un hecho indiscutible que el evangelio de Marcos, de manera mucho más acentuada que los demás sinópticos, destaca el secreto con que Jesús quería encubrir su identidad durante su vida en la tierra. ¿A qué se debe esta insistente orden de Jesús para que se guardara silencio sobre quién era realmente?

Para comprenderlo, tenemos que recordar el ambiente que se respiraba entre los judíos en aquellos días de ocupación romana. Todos esperaban un mesías libertador, un caudillo militar que les guiara a la victoria sobre los odiados romanos. En este contexto, si Jesús hubiera declarado abiertamente que él era el Mesías anunciado por las Escrituras, habría provocado una interpretación equivocada sobre su misión y sus mismos seguidores habrían creado un movimiento político que habría terminado en una lucha sangrienta con los romanos.

3. ¿Qué tipo de Mesías es Jesús?

El punto anterior nos obliga a preguntarnos ¿qué tipo de Mesías es Jesús?.

Entre los judíos había un acuerdo general en el sentido de que el Mesías sería una especie de Moisés que liberaría a la nación de Israel, establecería su trono en Jerusalén como David, aplastaría a quienes hacían sufrir al pueblo, gobernaría con justicia y restauraría la riqueza a la nación judía de una manera nunca antes conocida. El Mesías sojuzgaría a las naciones gentiles, sus reyes le servirían, e Israel ya no volvería a ser esclavo de nadie, sino que ocuparía un lugar de supremacía en el mundo.

No cabe duda de que muchas profecías del Antiguo Testamento confirmaban esta esperanza judía, y los mismos discípulos de Jesús esperaban que él fuera un Mesías de ese tipo. Por esa razón, no es extraño encontrar en las páginas del evangelio de Marcos a los discípulos ambicionando el poder y los puestos de mayor dignidad dentro del reino de Jesús (Mr 9:33-34) (Mr 10:35-36). Y también por eso, cuando el Señor les decía que iba a Jerusalén a morir en una cruz, ellos no lo aceptaban, incluso se oponían a sus planes (Mr 8:31-32).

Y de alguna manera, todos nosotros preferimos también a un Mesías como el que esperaban los judíos. ¿Quién quiere negarse a sí mismo y tomar una cruz para seguir a Jesús? En el fondo de nuestro ser nosotros también deseamos poder, riquezas, fama y superioridad como ellos. Queremos un Mesías que haga lo que le pedimos, que gane nuestras guerras, destruya a nuestros enemigos y nos exalte. Un Mesías que adapte su voluntad a nuestros deseos y necesidades, que se dedique a servirnos a nosotros más que al resto de la humanidad. Y de hecho, muchos predicadores modernos no sienten ningún rubor en decirlo claramente desde sus púlpitos, y a todos los que les escuchan les prometen prosperidad, salud, riqueza, bienestar y todo tipo de éxitos en la vida.

Pero era evidente que Jesús no era ese tipo de Mesías que ellos esperaban, o al menos no se presentó así en su primera venida. En tres ocasiones diferentes les anunció solemnemente que se dirigía a Jerusalén para morir en una cruz, no para sentarse en un trono (Mr 8:31) (Mr 9:30-31) (Mr 10:32-34). El evangelista nos lo presenta una y otra vez como el Siervo de Jehová descrito en Isaías (Is 52:13-53:12) que venía a dar su vida para rescatar a los hombres de sus pecados (Mr 10:45).

Por supuesto, también es verdad que un día volverá en gloria para sentarse en el trono de David, tal como el Antiguo Testamento había anunciado, pero era necesario que primero viniera a salvar a los pecadores entregando su propia vida por ellos. Y esta necesidad era la que ignoraban los judíos. El hombre es pecador y necesita ser salvado antes de que pueda ser gobernado por un Rey justo como el Señor.

Así que, podemos resumir este punto diciendo que en su primera venida Jesús fue un Mesías sufriente que moría para salvar a los hombres de sus pecados, y que invitaba a sus discípulos a unirse a él por el camino del arrepentimiento y la fe. Pero en su segunda venida se presentará como el Rey glorioso que viene a juzgar este mundo con justicia y a sentarse en su trono para reinar.

V. Su naturaleza: "El Hijo de Dios"

Y llegamos a la última expresión de este versículo, que sin duda es la que más controversia ha creado.

1. ¿Qué significa el título "Hijo de Dios"?

Algunos han interpretado la afirmación de que Jesús es el "Hijo de Dios" como si fuera un ser creado por Dios. Usando una lógica humana deducen que alguien que es "hijo de" necesariamente es un ser que debe su vida a su progenitor, y por lo tanto, ha tenido un comienzo a su existencia, lo que implicaría necesariamente que no puede ser Dios, sino otro ser creado. Así razonan algunas religiones en nuestros días, como los llamados "Testigos de Jehová".

Por otro lado, cuando los musulmanes escuchan a los cristianos afirmar que Jesús es el Hijo de Dios, les parece una auténtica barbaridad, porque interpretan que lo que estamos diciendo es que Dios mismo tuvo relaciones sexuales con la virgen María para engendrar a Jesús.

Evidentemente, en un contexto humano podemos usar estos argumentos, pero esto no tiene nada que ver con la forma en la que se emplea el término en la Biblia en relación a Dios.

Fundamentalmente podemos decir que cuando los autores del Nuevo Testamento usaban la expresión "Hijo de Dios" para referirse a Jesús, no estaban pensando en la cuestión de su "engendramiento". Lo que ellos entendían con el término "hijo de" era que la persona "participaba de la misma naturaleza de".

Por ejemplo, Jesús llamó a Juan y Jacobo "hijos del trueno" (Mr 3:17). Esto no quería decir, evidentemente, que hubieran sido engendrados por un trueno, sino que participaban de la naturaleza violenta y explosiva del trueno.

De la misma forma debemos entender las expresiones: "hijos de la promesa" (Ga 4:28), "hijos de desobediencia" (Ef 2:2), "hijos de ira" (Ef 2:3), "hijos de luz e hijos del día" (1 Ts 5:5), "hijos de maldición" (2 P 2:14)...

Por lo tanto, cuando se aplica el término "Hijo de Dios" al Señor Jesucristo, lo que se quería expresar es que participaba de la naturaleza divina. Es decir, era una afirmación de su divinidad.

Así lo entendieron los judíos que escucharon a Jesús decir que era Hijo de Dios. Y por eso mismo intentaron matarle, por cuanto entendían que se estaba haciendo Dios, lo que indudablemente era una gran blasfemia para ellos.

(Jn 5:18) "Por esto los judíos aun más procuraban matarle, porque no sólo quebrantaba el día de reposo, sino que también decía que Dios era su propio Padre, haciéndose igual a Dios."

2. ¿Qué implica que Jesús sea el Hijo de Dios?

El hecho de que Jesús sea el Hijo de Dios se reviste de una importancia enorme para nosotros, ya que nuestra salvación no depende de ningún hombre, que tarde o temprano nos defraudará, sino del mismo Hijo de Dios.

Ya hemos comentado anteriormente cómo era el evangelio del César. Al fin y al cabo, aunque se creía divino, realmente era sólo un hombre, y como tal, no pudo llevar a este mundo a su realización plena, ni mucho menos. Y desde entonces, todos los gobernantes y políticos que han surgido desde que desapareció el Imperio Romano tampoco han logrado mejorar en nada este mundo.

Y quizá hoy más que nunca, el ser humano siente una profunda insatisfacción y desencanto por la forma en la que funciona este mundo. Pero la solución no la tiene ningún hombre, sólo el Hijo de Dios, nuestro Señor Jesucristo.

Conclusión

En este estudio hemos tenido ocasión de ver que el Evangelio se centra en la persona de Jesús, el Salvador. Sin Jesucristo no hay "buenas noticias" para la humanidad.

Y que Jesús es el Hijo de Dios, es decir, no sólo un gran hombre con muchas habilidades, sino Dios hecho Hombre. Es alguien en quien podemos confiar, estando seguros de que no nos va a defraudar.

Preguntas

1. Razone en qué sentido "el Evangelio es de Jesucristo".

2. Explique que diferencia había entre la forma en que la palabra "evangelio" se usaba en el mundo romano y en las Escrituras.

3. ¿Cómo se relaciona el nombre "Jesús" con el título "el Cristo"?

4. ¿Qué significa el título "Hijo de Dios"?

5. ¿Qué importancia tiene el título Hijo de Dios en el Evangelio de Marcos

La predicación de Juan el Bautista - Marcos 1:2-4

(Mr 1:2-4) "Como está escrito en Isaías el profeta: He aquí yo envío mi mensajero delante de tu faz, el cual preparará tu camino delante de ti. Voz del que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor; enderezad sus sendas. Bautizaba Juan en el desierto, y predicaba el bautismo de arrepentimiento para perdón de pecados."

Introducción

En nuestro estudio anterior estuvimos hablando acerca del "principio" del evangelio de Jesucristo, el Hijo de Dios. Y dijimos que desde una perspectiva cronológica, el evangelio tuvo su origen mucho antes de que viniera el Señor Jesucristo. De hecho había estado en el corazón de Dios desde la eternidad y también había sido anunciado previamente por los profetas del Antiguo Testamento.

Así pues, antes de que el evangelista nos presente públicamente al Señor Jesucristo, va a hablarnos del cumplimiento de ciertas profecías que encontramos en Isaías y Malaquías, que anunciaban la venida de un mensajero que prepararía el camino al Mesías.

Este mensajero es identificado como Juan el Bautista, quien fue reconocido por el pueblo como un profeta de Dios. Y en cuanto a su misión, consistió en anunciar la inminente venida de Uno inmensamente más importante que él, razón por la cual todas las personas sin distinción debían prepararse para su encuentro.

Pero las profecías de Isaías y Malaquías no sólo anunciaban que el Mesías sería precedido por un mensajero que prepararía su camino, también anticipaban quién sería realmente ese Mesías y qué venía a hacer.

En esta ocasión vamos a dividir nuestro estudio en dos partes:

I. Jesús es el Mesías anunciado por el Antiguo Testamento

II. El ministerio preparatorio de Juan el Bautista

I. Jesús es el Mesías anunciado por el Antiguo Testamento

Empezamos, por lo tanto, viendo que el evangelio de Jesucristo había sido anunciado previamente por los profetas del Antiguo Testamento. Con esto coincide también el apóstol Pablo.

(Ro 1:1-3) "... el evangelio de Dios, que él había prometido antes por sus profetas en las santas Escrituras, acerca de su Hijo, nuestro Señor Jesucristo ..."

1. El carácter sobrenatural de la Biblia

Este hecho es importante porque nos demuestra una vez más que el hombre puede confiar en la Biblia como la Palabra inspirada de Dios.

Durante siglos Dios había estado haciendo diferentes anuncios proféticos sobre la figura del Mesías que finalmente fueron cumplidos con total exactitud en la persona del Señor Jesucristo. Estas profecías abarcaban innumerables detalles de la vida y la obra del Mesías, desde su nacimiento hasta su muerte y resurrección. De entre todo ese extenso material, Marcos recoge al comienzo de su evangelio las profecías de Isaías y Malaquías que adelantaban que el Mesías sería precedido por un heraldo que prepararía su camino. Esto se cumplió en Juan el Bautista y su ministerio.

En este punto debemos recordar el carácter sobrenatural de la Palabra de Dios, que se aprecia en su unidad y continuidad. Muchas personas ignoran muchos de los detalles básicos acerca de la formación de la Biblia, y por eso mismo no logran apreciar su carácter sobrenatural.

La primera cosa que debemos saber es que aunque nosotros conocemos la Biblia como un solo libro, en realidad se trata de una colección de 66 libros que fueron escritos por 40 autores diferentes que vivieron a lo largo de un periodo de unos 1.600 años.

Sus autores procedían de los más diversos lugares y situaciones: había reyes, campesinos, filósofos, hombres de estado, pescadores, médicos, eruditos, poetas, cobradores de impuestos, rabinos, pastores, agricultores...

Vivieron en tres continentes diferentes: Asia, Africa y Europa.

Su cultura, las experiencias existenciales por las que pasaron, sus propios caracteres, eran completamente diferentes.

Escribieron en tres idiomas distintos: hebreo, arameo y griego.

Usaron de una gran variedad de estilos literarios: historia, leyes civiles, penales, rituales, poesía, tratados didácticos, alegoría, biografía, correspondencia personal, memorias, profecía y escritos apocalípticos.

Debido a toda esta diversidad, y teniendo en cuenta que en sus escritos tratan de uno de los asuntos más controvertidos, la Biblia por fuerza natural debería ser la más discordante y contradictoria colección de opiniones humanas que el mundo jamás haya visto. Y es precisamente aquí donde está el milagro. La Biblia es el más homogéneo, ininterrumpido, armonioso y ordenado relato de la historia de los tratos de Dios con el hombre que este mundo ha conocido. Sin duda, todo esto exige un milagro. ¿De qué otra manera podríamos explicar que un grupo de hombres que no se conocieron entre sí, pudieran escribir sobre un tema tan controvertido con esta unidad? ¿Acaso hay algún otro libro parecido en la historia de la humanidad? La Biblia es sin duda un libro único.

Y esta milagrosa continuidad de la Biblia se observa también en el cumplimiento de muchas profecías como las que ahora estamos considerando y que anticipaban la venida del Señor Jesucristo.

2. Las profecías tenían el propósito de ayudar a identificar al Mesías

Por otro lado, todas estas profecías tenían el propósito de servir a los judíos para que identificaran al Mesías cuando apareciera en la historia, cerrando de ese modo el paso a cualquier impostor.

Toda la información que ellos necesitaban estaba en el Antiguo Testamento, y debería haber servido para que los judíos, y en especial sus líderes religiosos, hubieran reconocido al Señor Jesucristo como su Mesías esperado. Pero paradójicamente no lo hicieron, algo que por otro lado también habían anunciado los profetas.

En cualquier caso, lo primero que ahora debemos tener en cuenta es que el Mesías no se iba a presentar por su propia cuenta, promocionándose a sí mismo, tal como hicieron algunos falsos mesías antes de los tiempos de Jesús (Hch 5:36-37). El Antiguo Testamento anunciaba que el verdadero Mesías vendría precedido por un notable precursor quien prepararía el camino al Mesías, haciendo que multitudes de Israelitas se arrepintieran de sus pecados y se convirtieran al Señor.

3. Una aclaración sobre las profecías del Antiguo Testamento

Antes de comentar brevemente lo que Isaías y Malaquías escribieron, debemos aclarar dos cosas acerca de las profecías del Antiguo Testamento.

Lo primero a tener en cuenta, es que muchas de estas profecías tenían más de un cumplimiento. Era frecuente que los profetas anunciaran un evento que ocurriría a corto plazo, en su misma época o poco tiempo después, pero que ese primer cumplimiento no agotara todo el propósito de la profecía, haciendo referencia en muchas ocasiones a la venida del Mesías.

Y lo segundo, es que las circunstancias en las que tenía lugar el primer cumplimiento de una profecía, constituían un patrón o modelo que anunciaba algún detalle de la vida del Mesías.

4. La profecía de Isaías

Comencemos viendo la profecía de Isaías a la que Marcos se refiere al comienzo de su evangelio:

(Is 40:3-5) "Voz que clama en el desierto: Preparad camino a Jehová; enderezad calzada en la soledad a nuestro Dios. Todo valle sea alzado, y bájese todo monte y collado; y lo torcido se enderece, y lo áspero se allane. Y se manifestará la gloria de Jehová, y toda carne juntamente la verá; porque la boca de Jehová ha hablado."

Empecemos por preguntarnos: ¿en qué contexto escribió Isaías esta profecía? ¿Cuál fue su primer cumplimiento? Israel había ignorado las numerosas advertencias de Dios para que cambiaran su comportamiento. Finalmente Dios cumplió su palabra y los entregó en manos de los babilonios que los llevaron en cautiverio. En medio de esas circunstancias, Isaías anunció que Dios mismo, pasado un tiempo, volvería a buscarlos allí donde habían sido llevados cautivos. El camino para ese encuentro, toda la región desértica entre Babilonia y Palestina, debía ser preparado. Esta labor sería anunciada por un heraldo o mensajero real. Esta profecía se cumplió en el siglo VI a.C., cuando después de setenta años de cautiverio, Dios fue a buscarlos a Babilonia para llevarlos de nuevo a Israel.

¿Cuál fue su segundo cumplimiento? ¿Cómo la aplicaron los evangelistas? El regreso del cautiverio en Babilonia fue un patrón o tipo de aquella liberación mucho más gloriosa que iba a llevar a cabo el mismo Señor Jesucristo, el Hijo de Dios, y de la que Juan el Bautista sería su mensajero, la voz de uno que clamaba en el desierto.

En este punto es importante subrayar que quien iba a llevar a cabo la obra de salvación a favor de la humanidad sería Dios mismo. Según Isaías, a quien había que preparar el camino era a Jehová (Is 40:3). Es interesante notar que Marcos identifica el Jehová del Antiguo Testamento con Jesucristo.

¿En qué consistía la preparación del camino? Era costumbre antigua que si un rey iba a visitar alguna parte de su reino, enviara un mensajero delante de él para que el camino fuera preparado. Éste encargaría a cada población por donde el rey había de pasar para que se ocupara de quitar los baches y montículos que hubiera en el camino dentro de su término. Ahora era Juan el Bautista quien anunciaba la venida del gran Rey y el camino que debía ser preparado era el corazón de los hombres. La preparación que había de llevar a cabo consistía en denunciar el pecado del pueblo y hacer un llamamiento al arrepentimiento.

Había aspectos "torcidos" en sus vidas que debían ser enderezados, altibajos (valles y montañas) que habían de ser aplanados para facilitar la venida Rey. Podemos pensar en los valles como aquellas cosas bajas, ocultas y despreciables de nuestra personalidad. Y en los montes como el orgullo y la altivez del corazón.

5. La profecía de Malaquías

(Mal 3:1) "He aquí, yo envío mi mensajero, el cual preparará el camino delante de mí; y vendrá súbitamente a su templo el Señor a quien vosotros buscáis, y el ángel del pacto, a quien deseáis vosotros. He aquí viene, ha dicho Jehová de los ejércitos."

Comencemos por preguntarnos nuevamente cuál fue el contexto original de esta profecía. Cuando leemos el profeta Malaquías, lo primero que notamos es que esta cita tenía cierto tono de amenaza. Esto era así porque los sacerdotes estaban incumpliendo sus deberes. Las ofrendas que presentaban eran de animales defectuosos y tarados; el culto del templo les resultaba fastidioso. Por lo tanto, el mensajero de Dios comenzaría por limpiar y purificar el culto del templo antes de que viniera el Ungido de Dios.

Este mensajero del que habla Malaquías, que se interpretaba comúnmente como el precursor del Mesías, Marcos lo asocia con Juan el Bautista. Y tanto aquí, como en la profecía de Isaías, se resalta el hecho de que era necesaria la preparación para ir al encuentro de Dios.

Y nuevamente, otro detalle importante que surge de la comparación entre el texto de Marcos y la cita tal como la encontramos en Malaquías, es que quien iba a venir era nada más y nada menos que el mismo Dios. Notemos que en el texto original de Malaquías dice: "Yo envío mi mensajero, el cual preparará el camino delante de mí", pero Marcos, al citarlo, cambia el final ("delante de ti"), sugiriendo nuevamente que Jesús es Jehová mismo, que viene a su pueblo, encarnado en la persona de Jesucristo. Sería difícil exagerar la importancia del ministerio de Juan al preparar el camino para tal visitante.

II. El ministerio preparatorio de Juan el Bautista

1. Después de siglos de silencio, nuevamente se volvía a escuchar la voz de Dios

Después de más de cuatro siglos de silencio, se volvía a oír la voz de Dios por medio de un profeta. Este hecho, unido al ambiente que se respiraba entre los dirigentes religiosos de su tiempo, que parecían sólo preocupados por el dinero y el poder político, despertó una gran expectación en medio del pueblo que se sentía como el salmista.

(Sal 63:1) "Dios, Dios mío eres tú; de madrugada te buscaré; mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela, en tierra seca y árida donde no hay aguas."

Además, debemos notar también que el mensaje de Juan el Bautista llegaba a un pueblo desolado y afligido que aún estaba bajo el castigo de Dios. Hacía siglos que, con escasos períodos excepcionales, los judíos estaban dominados por poderes extranjeros, añorando su liberad como nación. Sin embargo, la auténtica desolación del pueblo no era política, sino moral y espiritual. Ahora, con la llegada de Cristo, precedida por el ministerio de Juan, llegaba la esperanza prometida. El tiempo se había cumplido.

2. Juan el Bautista, el heraldo del Mesías

Juan apareció, por lo tanto, como un heraldo. Su cometido era anunciar la proximidad del Rey y preparar su camino.

Su ministerio fue tan importante que los cuatro evangelistas lo recogen. La razón de esta popularidad nos la explica el apóstol Juan: "Hubo un hombre enviado de Dios, el cual se llamaba Juan" (Jn 1:6). El pueblo reconoció el hecho de que Juan el Bautista era un verdadero profeta de Dios, y todo lo relacionado con su vida confirmaba la realidad de esa convicción.

3. La urgencia de su mensaje: "El Reino de los cielos se ha acercado"

Según el evangelio de Mateo, Juan el Bautista comenzó su ministerio con el siguiente anuncio: "El Reino de los cielos se ha acercado" (Mt 3:2). Para un judío conocedor de las Escrituras, aquella frase significaba el cumplimiento de las profecías de Daniel en relación con los últimos tiempos, cuando los grandes imperios prefigurados en el sueño de Nabucodonosor serían sustituidos por el reino de Dios. El mismo Daniel había anunciado que uno semejante a un hijo de hombre vendría hasta el Anciano de días para recibir un dominio que no pasaría, un reino que no sería destruido. Y también había predicho que la grandeza de todos los reinos debajo del cielo serían dados a los santos del Altísimo (Dn 7:1-18).

Y lo que Juan estaba anunciando era que por fin la venida tan largamente esperada de este Rey y de su reino eran inminentes. Él mismo era su precursor.

Sin embargo, Juan insistió en el cumplimiento de ciertos requisitos preliminares para poder participar de ese reino. Y como ya hemos mencionado, esos requisitos eran espirituales.

El mensaje de Juan es muy pertinente también para nuestros tiempos. Si queremos que Dios venga a nuestras vidas tendremos que preparar nuestros corazones por medio del arrepentimiento. Esta es una responsabilidad para cada uno de nosotros.

4. El lugar donde predicaba: "el desierto"

Juan el Bautista no desarrolló su ministerio en las grandes ciudades, sino que se fue al desierto. No les puso las cosas fáciles a los judíos de su tiempo. En la mayoría de los casos, las personas tendrían al menos un día de viaje a pie para poder ir a escucharle. Y lo sorprendente es que la gente dejaba sus ocupaciones para ir en masa a donde él predicaba. Esto implicaba que la gente tenía a Juan por un gran profeta de Dios, pero también ponía en evidencia el hambre espiritual del pueblo.

En cuanto al lugar de su ministerio, hay que decir que toda la vida de Juan el Bautista había estado ligada al desierto. Lucas nos dice que antes de que se manifestase al pueblo estuvo en "lugares desiertos" (Lc 1:80). Su formación no tuvo lugar en las escuelas rabínicas de su tiempo, sino estando en la soledad con el Señor.

Mateo nos explica que cuando comenzó su ministerio fue al "desierto de Judea" (Mt 3:1). Esta es la región que se ubica entre Jerusalén y el valle del Jordán, a lo largo del Mar Muerto (buscar en un atlas bíblico). No era un lugar totalmente desértico, sino una zona montañosa, de poco uso para la agricultura.

¿Qué atrajo a Juan al desierto? Como ya hemos dicho, podría haber sido simplemente la soledad de un lugar donde poder dedicarse a buscar a Dios, evitando las tentaciones y distracciones de la vida urbana. Y aunque sin duda esto era cierto, debemos notar también que en el Antiguo Testamento, el "desierto" tenía otras connotaciones. Dios había hablado a Israel en el desierto antes de que entraran a la tierra prometida. Y el profeta Oseas lo identifica como el lugar donde se efectuaría la reconciliación con Dios, y donde Israel hallaría la renovación espiritual.

(Os 2:14) "Pero he aquí que yo la atraeré y la llevaré al desierto, y hablaré a su corazón."

5. El bautismo para arrepentimiento

El mensaje de Juan el Bautista se centró en anunciar la inminente venida del Rey prometido en el Antiguo Testamento, el Mesías. Estas fueron sus palabras:

(Mr 1:7) "Y predicaba, diciendo: Viene tras mí el que es más poderoso que yo, a quien no soy digno de desatar encorvado la correa de su calzado"

Evidentemente el Rey venía para gobernar en la vida de los hombres, y Juan había venido para anunciar que era imprescindible que cada persona se preparase para poder entrar en su reino.

Este detalle era muy importante. La mayoría de los judíos pensaban que disfrutarían inmediatamente del reino de Dios desde el mismo instante en que el Mesías apareciera, pero lo que Juan el Bautista les estaba diciendo era que no sería algo automático, y que de hecho, sólo disfrutarían de su reino si preparaban sus corazones por medio del arrepentimiento. Por lo tanto, además de anunciar la venida del Mesías, la predicación de Juan incluía una insistente llamada al arrepentimiento.

Juan tuvo que aclararles esto, puesto que muchos pensaban que al ser descendientes directos de Abraham y practicar ciertos ritos religiosos externos como la circuncisión o el día de reposo, ya estaban preparados para entrar en el reino de Dios. Pero Juan les advirtió seriamente de su equivocación:

(Lc 3:7-9) "Y decía a las multitudes que salían para ser bautizadas por él: ¡Oh generación de víboras! ¿Quién os enseñó a huir de la ira venidera? Haced, pues, frutos dignos de arrepentimiento, y no comencéis a decir dentro de vosotros mismos: Tenemos a Abraham por padre; porque os digo que Dios puede levantar hijos a Abraham aun de estas piedras. Y ya también el hacha está puesta a la raíz de los árboles; por tanto, todo árbol que no da buen fruto se corta y se echa en el fuego."

De nada les iba a servir alegar que eran descendientes de Abraham, o que vivían en conformidad con ciertos ritos religiosos. Lo único que les prepararía para entrar en el reino de Dios sería su renuncia al pecado y volverse sinceramente a Dios, de otro modo, no estarían preparados para su venida. Además, ese cambio debería manifestarse por medio de "frutos dignos de arrepentimiento".

Una vez más observamos que el corazón de los hombres no ha cambiado a lo largo de los siglos. Hoy también hay muchas personas que piensan que van a entrar en el reino de Dios por razones muy parecidas a las de los judíos. Por ejemplo, los musulmanes están seguros de su entrada al paraíso por el hecho de ser musulmanes y practicar ciertos ritos religiosos como el ayuno o la oración. Tampoco es difícil encontrar a católicos que confían en su entrada al cielo por el hecho de pertenecer a esa antigua religión. Muchos cristianos evangélicos piensan que también serán recibidos en el reino de Cristo porque van a una iglesia evangélica, cantan en el coro, ayunan y diezman con frecuencia. Pero como Juan el Bautista advirtió muy claramente, nada de todo esto sirve si no hay un verdadero cambio de corazón y de mente.

Por eso, el llamamiento al arrepentimiento que hizo Juan sigue teniendo la misma importancia también para todos nosotros. Como habían anunciado los profetas de la antigüedad, en nosotros también hay montañas y cerros de orgullo y obstinación que tienen que ser nivelados; caminos torcidos y desviados que tienen que enderezarse; escabrosidades que tienen que allanarse, antes de que podamos mirar la gloria de Dios en el rostro de Jesucristo.

El arrepentimiento, según la traducción literal de la palabra griega, es "un cambio de mente", lo que necesariamente implica también un cambio en la actitud de la voluntad. El alma no arrepentida escoge su propio camino y voluntad, sin considerar la ley de Dios. Pero en el arrepentimiento el alma cambia de actitud.

En cualquier caso, debemos aclarar que el arrepentimiento no es una especie de buena obra que debemos hacer para conseguir merecer la gracia y el perdón de Jesucristo. No tiene nada que ver con eso. El arrepentimiento implica todo lo contrario; es un reconocimiento explícito de que no merecemos formar parte de su reino, que nuestras vidas no son dignas de tal privilegio, y conscientes de ello, suplicamos su gracia al mismo tiempo que expresamos nuestro deseo genuino y sincero de apartarnos del pecado con la ayuda de Dios.

Durante el ministerio de Juan, este arrepentimiento era simbolizado por el "bautismo de arrepentimiento". Pero no lo olvidemos, ese bautismo era solamente un símbolo, y como tal, no servía de nada si no se cumplía aquello que simbolizaba. Y eso fue exactamente lo que Juan les dijo a los fariseos y saduceos que venían a ser bautizados. Él se dio cuenta de que sus intenciones no eran nobles. Probablemente fueron llevados al bautismo por el temor a ser cuestionados por el pueblo si no se unían a Juan el Bautista, que como ya sabemos, gozaba de un amplio reconocimiento entre el pueblo como profeta de Dios. Pero cumplir con un rito religioso externo porque "todo el mundo lo hace", no sirve para nada. Si el bautismo no se correspondía con un deseo genuino de conversión y de verdadero repudio de la vida anterior, no serviría para nada. Por eso, el Bautista les advirtió seriamente que debían hacer frutos dignos de arrepentimiento, porque de otro modo, el hacha ya estaba puesta a la raíz de los árboles y todo árbol que no diera buen fruto sería cortado y echado al fuego.

En realidad, los principales sacerdotes, los fariseos, los escribas y los ancianos del pueblo nunca llegaron a apoyar de corazón el bautismo de Juan. De hecho, cuestionaban que fuera realmente de Dios (Mr 11:27-33). Su actitud fue muy diferente de la del pueblo y de aquellos que eran notorios pecadores como los publicanos:

(Lc 7:29-30) "Y todo el pueblo y los publicanos, cuando lo oyeron, justificaron a Dios, bautizándose con el bautismo de Juan. Mas los fariseos y los intérpretes de la ley desecharon los designios de Dios respecto de sí mismos, no siendo bautizados por Juan."

¿Por qué las personas más religiosas del pueblo no se bautizaron? Bueno, esta es una cuestión muy importante y que se repite una y otra vez. La respuesta es que a ellos les desagradaba el bautismo de Juan porque los colocaba en el mismo plano de fracaso moral y espiritual que el resto de las personas. Para cualquiera de aquellos religiosos habría sido humillante colocarse en la misma fila que un cobrador de impuestos o una prostituta, esperando para ser bautizados por Juan. En realidad, ellos creían que ya eran buenos, que no necesitaban arrepentirse y preparar su corazón para la venida del Mesías. Pero la realidad era muy distinta. Aunque se creían buenos, ellos eran tan malos o peores que el resto del pueblo. Y finalmente lo demostraron cuando todos ellos se unieron para pedir a Pilato que crucificara a Jesús. Ellos creían que eran los únicos que estaban preparados para entrar en el reino de Dios, y que cuando viniera el juicio y la ira de Dios sobre la humanidad, ellos iban a quedar a salvo, cuando la verdad era que ellos serían los primeros sobre los que caería.

6. Anunciaba el perdón de pecados

El Bautista rompió todos los moldes religiosos de su tiempo. En aquella época, el perdón de pecados se ofrecía en el Templo después de la realización de diferentes sacrificios bajo la dirección de los sacerdotes. Juan el Bautista, sin embargo, a pesar de ser hijo de un sacerdote llamado Zacarías (Lc 1:5), salió del Templo y se fue al desierto. Allí anunciaba el perdón de pecados a todas las personas del pueblo que venían él: Publicanos (Lc 3:12), soldados (Lc 3:14), fariseos y saduceos (Mt 3:7).

Les anunciaba el perdón de pecados por medio de un bautismo para arrepentimiento, pareciendo ignorar los sacrificios que se hacían en el Templo. Y en lugar de dirigir al pueblo hacia sus dirigentes espirituales, anunciaba la venida de Uno que estaba entre ellos y que era el Mesías.

¿Qué relación había entre el bautismo de Juan y el perdón de pecados? Algunos han interpretado que el rito del bautismo confería la remisión de los pecados. Pero en realidad, no debemos relacionar el perdón de pecados con el bautismo de Juan.

Por un lado, como ya hemos señalado, el perdón de los pecados no debemos relacionarlo con el hecho externo del bautismo, sino con el arrepentimiento, que es una actitud interna del corazón.

Y por otro lado, tal como veremos en los próximos versículos, el bautismo de Juan no era suficiente en sí mismo. Debería ser completado con el bautismo en el Espíritu Santo que sólo el Señor Jesucristo podría realizar (Mr 1:8).

Estos dos detalles son muy importantes para cualquier persona que quiera entrar en el reino de Dios. Por un lado es imprescindible el arrepentimiento de nuestros pecados, de lo que el bautismo de Juan era un símbolo. Este arrepentimiento genuino que va acompañado de frutos dignos, nos prepara para acercarnos a Cristo, quien en último término es el único que puede perdonar nuestros pecados y transformar nuestras vidas por su Espíritu Santo.

Más adelante en este mismo evangelio veremos que el Señor Jesucristo poseía esta prerrogativa divina de conceder perdón absoluto de pecados (Mr 2:5).

El arrepentimiento de nuestros pecados y la fe en el Señor Jesucristo son dos lados de la misma moneda, dos aspectos necesarios y complementarios para la salvación. El arrepentimiento es una actitud del corazón que nos lleva a huir de nuestros pecados, mientras que la fe en Cristo significa nuestro deseo y elección de volvernos hacia Dios para participar en su reino.

Conclusión

En este estudio hemos reflexionado sobre dos aspectos muy importantes.

En primer lugar hemos visto que la revelación de Dios es digna de nuestra confianza. El cumplimiento exacto de infinidad de profecías del Antiguo Testamento en la persona del Señor Jesucristo son una prueba más de ello.

Y en segundo lugar, hemos considerado el ministerio de Juan el Bautista preparando el camino para el Mesías. Realmente su mensaje fue duro, porque él no buscaba causar una buena impresión entre su auditorio, sino únicamente cumplir con el cometido que había recibido de Dios. Así que anunció a las personas de su tiempo la necesidad que tenían de arrepentirse si querían poder participar del reino de Dios.

Fue un ministerio difícil, porque implicaba decirles a muchas personas que se creían buenas, y que confiaban en su religión, que todo eso era un espejismo y que finalmente no les iba a librar del juicio de Dios. Y con valentía exhortó a todas las personas por igual a arrepentirse de sus pecados, haciendo frutos dignos de tal arrepentimiento.

Juan fue fiel al ministerio que había recibido de Dios, y nosotros debemos tomar buena nota de su ejemplo para imitarlo.

Preguntas

1. ¿Por qué le parece importante que el Mesías hubiera sido profetizado por el Antiguo Testamento?

2. Cite cinco profecías del Antiguo Testamento que encontraron su cumplimiento en Jesús y que sean diferentes de las que hemos considerado en esta lección. No olvide escribir las citas correspondientes.

3. ¿Cómo debía preparar Juan el Bautista el camino para la venida del Mesías? ¿En qué sentido podemos aplicar esto a nosotros mismos?

4. Resuma y explique algunas de las características importantes del ministerio de Juan el Bautista.

5. ¿Recuerda algún acontecimiento importante de la vida del pueblo de Israel que tenga que ver con el desierto?