Devocionales

Una Vida De Fé

¡Hola! Bendiciones, espero que este devocional pueda ayudarte a descubrir que es tener "Una Vida de Fe"

Pero primeramente, ¿A que me refiero cuando digo "Una Vida de Fe"? Siempre me dan dicho que necesito fe en todo lo que hago y realmente no lo entendía muy bien, me lo había dicho mi madre, mi hermana, mi líder pero yo me preguntada que era. 


Siempre me recuerdo de Jesús y las veces que el le dijo a sus discípulos que tuvieran fe, me impresiona que en todo momento Jesús les instaba a tener fe en que Dios los salvaría, que Dios les proveería, que Dios sanaría a los enfermos y entre otras cosas. Y me he dado cuenta que en toda nuestra vida debemos de tener fe porque sin ella no podemos hacer nada.


Como por ejemplo:


No podemos ser salvos según Juan 3:16

No podemos orar según Mateo 21:22

No podemos agradar a Dios según Hebreos 11:6

Tener fe significa ser "fiel" a algo, nosotros tenemos fe en Dios y cuando eso pasa, quiere decir que tenemos fe que Dios nos va a proveer el alimento de cada día, que Dios nos va a sanar si tenemos alguna enfermedad, que Dios nos ayudara en nuestros momentos de dificultad, cada cosa que nosotros hacemos demostramos nuestra fe en Dios y ahí es en donde crece nuestra "Vida de Fe". 


Ésta es la victoria que vence al mundo: Nuestra Fe. 


He experimentado momentos difíciles y he visto como la fe tiene mucho mas poder que otra cosa. He visto como puede ganarle al miedo, a la enfermedad, a la adversidad, a la duda, al temor, pero lo mas increíble de todo he visto como nuestra fe en Cristo vence al mundo. 


Como vimos en el día de ayer, tener fe significa ser "fiel" a algo. Cuando pasamos por momentos malos, nosotros tenemos fe de que Dios nos ayudara a poder salir adelante.


Cada momento que pases es una oportunidad para que tu fe pueda crecer más y más. 


Debes saber que no eres inmune a que te pasen cosas malas, en toda la Biblia encontramos personajes que pasaron por momentos difíciles pero esos momentos hicieron que su fe pueda crecer de gran manera. Tu fe es muy poderosa, vence todas las cosas que el mundo quiere tirarte. 


Y me he dado cuenta que la fe es contagiosa, una persona que te ve pasando por un momento difícil se impresionara si tu demuestras tener fe en Dios y que confías que todo saldrá bien porque Dios tiene control. 


Debes de tener fe en Dios, agradécele por cada momento de tu vida porque eso te ayudara a crecer y a tener "Una Vida de Fe". 


Momentos llenos de Fe


Necesitas fe para todo, literalmente para todo. Diariamente nosotros tenemos fe de que Dios nos protegerá, que nos dará la provisión, que nos sanara, que nos amara, que nos perdonara y entre otros. Cada momento de tu vida tiene añadido la fe, vivir por fe puede ser difícil pero no imposible. 


Debes de tener fe como habíamos dicho para poder agradar a Dios. Ten fe de que Dios puede hacer cosas increíbles sin que todavía no los hayas visto.


No seas como Tomas, uno de los discípulos de Jesús, que necesito ver a Jesús para poder creer que el fue resucitado. Confía en Dios sin ni siquiera haber visto el resultado, ahí crecerá tu fe. Ten fe de que Dios te dará ese trabajo, te dará esa sanidad que necesitas, te dará paz.


Sin que hayas visto el resultado ten fe de que Dios lo hará. 


Que cada momento este lleno de Fe porque hará que tu bendición se aproxime cada vez porque a Dios le llama la atención tu fe. 


Fe inquebrantable


Me encanta la historia de Job, es una de las historias de la Biblia que me han impresionado y han enseñado mucho. Una de las cosas que puedo resaltar de Job es que el en todo momento reconocía la autoridad de Dios sobre su vida y la fe que tenia por Dios era impresionante.


Me gusta mucho la frase: "Dios me lo dio y Dios me lo quito". Dios puede darte como también quitarte, Job se humillo ante Dios cuando tenia abundancia y cuando tenia escasez. La fe de Job fue mas fuerte que su circunstancia, porque a pesar de todo seguía teniendo su fe en Dios y seguía esperando en El.


Después de todo ello, Dios le dio a Job incluso el doble de lo que había perdido, todo porque se mantuvo firme en su fe. Job aprendiendo a confiar en Dios y en incluso adorarlo en todo momento. 


No importa si estas en momentos de dificultad o en momentos de tranquilidad, jamás dejes que tu fe se apague o que tu fe desmaye, construye con Dios una fe inquebrantable. En todo momento tenlo contigo. 



Victoria En Las Tentaciones

Muchas veces solemos justificar nuestras caídas diciendo "El diablo me obligó!". Es cierto que el enemigo ronda la tierra buscando a quien devorar, pero también en cierto que en tu interior vive el poder de Dios!. Cualquiera puede poner escusas, pero pocos pueden asumir responsabilidad de sus actos; me atrevo a creer que tú eres de esos pocos... No te rindas vence la tentación! 


La tentación en si misma no es mala, recordemos que Jesús también fue tentado en todo, pero sin pecado. Lo malo es ceder ante la tentación y actuar en base a lo que quiere. Siempre hay forma de escaparse de las tentaciones, Dios jamás nos deja solos, nunca nos desampara. Que la biblia sea tu manual de instrucciones para salir triunfante - No te rindas! 


La resistencia siempre nos hace más fuertes, los que van al gimnasio saben a lo que me refiero. Un Cristiano fortalece sus músculos espirituales sometiéndose cada vez mas a Dios y resistiendo al diablo, el secreto en este principio es hacerlo diariamente... Esto te convierte en alguien temible para el diablo, simplemente saldrá corriendo y huirá de ti. No te detengas! 



Cuando entregamos nuestra vida a Jesús, debes saber que somos perdonados de todos nuestros pecados pasados, presentes y futuros; Cristo ya pagó por todo lo que nosotros merecíamos pagar. Debemos saber que el pecado ya no tiene autoridad sobre nosotros y esa es una razón increíble para seguir desechandolo de nuestras vida cada día. Fuiste llamado para un propósito grande, mas no para ser un instrumento del enemigo. Sigue adelante! 



La armadura protege a un guerrero, la buena noticia es que Dios también nos provee de una armadura mucho mas fuerte del que haya existido, la armadura de Dios está para ser usada contra toda amenaza del enemigo. Nos da firmeza a tal punto de convertirnos en victoriosos. Si las tentaciones son espirituales, la armadura de Dios también lo es, solo que mucho mas poderosa. Toma tu armadura y sigue en victoria!

En Busca De Paz

El cimiento para toda paz

Poco antes de una conferencia reciente, un miembro del equipo y yo disfrutábamos una comida. Mientras la joven mesera atendía nuestra mesa durante la comida, le pregunté: "Si pudiera pedirle cualquier cosa a Dios, ¿qué le pediría que hiciera por usted?".


Sin titubear me respondió: "Pediría paz".


Mientras una lágrima corría por su mejilla, nos compartió cómo su querida abuela había fallecido unos días antes.


Al compartirnos su historia, me di cuenta de que ni ella, ni nadie en su familia, creían en Dios. No lo había rechazado adrede. Lo único que sabía era que tenía una inquietud profunda en su interior; pero no entendía cómo podía calmar esa turbulencia, ni cuál era la raíz de la misma. Como muchas personas, vivía sin pensar en el mañana y sin un propósito en la vida. 


Esta joven representa a muchos en la sociedad en la que vivimos; a esos que enfrentan situaciones difíciles, se esfuerzan por sobrevivir, buscan un camino que pareciera no existir y tratan de encontrarle sentido a lo que viven.


Con frecuencia pareciera no haber respuestas correctas para nuestro dilema humano; sobre todo para la pregunta de por qué nos sentimos tan vacíos, necesitados y carentes de paz. Además, tal pareciera que no tenemos razones para seguir adelante, pues a pesar de que nos esforzamos, continuamos teniendo problemas. 


Esta joven mesera nos explicó con sus propias palabras el problema, y nos dijo: "Necesito paz". Otros quizás digan: "Me siento solo", o "si tan solo mi cónyuge me amara como debería, entonces sería feliz". Diferentes versiones, pero todas con la misma melodía: "Algo está mal… no me siento feliz. No tengo paz. ¿Qué me pasa?".


La mayoría de las víctimas de los mensajes de nuestra sociedad secular sufren este vacío y no tienen en cuenta a Dios al pensar en su problema. Con frecuencia somos bombardeados con mensajes como: "Si fueras más delgado, si te vistieras con más estilo, si manejaras un Jaguar, si vivieras en una mejor zona de la ciudad, si tuvieras más dinero…"; y la lista continúa. Pero nada de lo mencionado con anterioridad ofrece una respuesta satisfactoria a nuestros problemas, ni nada de lo que el mundo ofrece puede darnos de manera permanente lo que tanto anhelamos.


La joven mesera estaba en lo correcto: la mayoría de nosotros sentimos que necesitamos algo más; y la mejor palabra para describirlo es paz.


Y como pastor por más de seis décadas puedo asegurarle que, si no tiene paz con Dios, nunca podrá sentir paz verdadera en su corazón.




La paz que Dios ofrece

Si usted ha estudiado la Biblia, estoy seguro de que ha notado que la perspectiva de Dios a menudo se expresa por medio de una comparación y un contraste. Por ejemplo, con frecuencia contrastó al rico con el pobre, al sabio con el necio, a la luz con las tinieblas, y en relación con el tema que hoy nos ocupa, contrastó la paz que proviene de Dios con la que el mundo nos ofrece. Jesucristo dijo:"… Mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da…" (Juan 14.27).


Se evidencia que el Maestro quiso decir que la paz que ofrece a sus seguidores es diferente a la paz que el mundo da. Cuando Jesucristo se refirió "al mundo", hablaba de la sociedad en la que los seres humanos vivimos. 


¿Alguna vez ha estado en medio de un mar tempestuoso? En varias ocasiones he estado en medio de una tormenta en mar abierto, y con sinceridad le digo que no quisiera que esa experiencia se repitiera. En la superficie, el viento puede llegar a soplar entre 60 y 160 kilómetros por hora, con lluvias torrenciales, relámpagos, truenos y una sobrecogedora oscuridad. Las olas pueden subir de 6 a 15 metros de altura. Un barco, en medio de tal tempestad, puede ser sacudido como si fuera un bote de juguete. Es fácil que una embarcación en mar abierto se pierda en una de esas tormentas. Sin embargo, debajo de la superficie, tan solo a unos 30 metros de profundidad, no hay tormenta. Todo está en perfecta quietud. No se escucha ningún sonido. No hay tempestad. Ni tan siquiera un poco de agitación. 


Este considerable dato me hace pensar en la paz de Dios. Me da una noción de lo que el Señor quiso decir al prometer su paz a sus discípulos. Les dijo que, al ser sus discípulos, encontrarían aflicción en el mundo. De hecho, les aseguró que algunos serían perseguidos por su fe. Sin embargo, a pesar de todo eso, les prometió que Él nunca abandonaría a los que lo siguieran; y su presencia constante en nuestra vida es lo que nos permite disfrutar de su paz. 


Cuando el miedo, la ansiedad y las dificultades se presenten, busque las siguientes señales de la paz de Dios, ya que…   


Sobrepasa cualquier dificultad. A menudo, la paz es más palpable en medio de las pruebas y problemas. Sin importar lo que enfrentemos, podemos estar convencidos de lo siguiente: Dios es nuestra paz. Ponga su fe en Él.    

Excede nuestro entendimiento. No siempre podremos comprender la paz de Dios. Pero está disponible para nosotros, aunque no podamos entenderla.   

Se extiende a todos sus seguidores. La paz de Dios se extiende a todos aquellos que han recibido a Jesucristo como Salvador de sus vidas, a los que se arrepienten de sus pecados y anhelan llevar una vida en obediencia a la Palabra de Dios y a su Espíritu Santo.   

Permanece en nuestro ser en todo momento. En medio de cualquier dificultad, el Espíritu Santo está presente en nuestra vida. La paz genuina, la paz que Dios ofrece puede ser parte de su diario vivir.

A medida que avance en su andar de fe, crea y confíe que Dios desea que disfrute de su paz en todo momento. Una paz que incluye gozo y que le hace recordar que tiene un propósito para aspecto de su vida.



¿Por qué perdemos la paz?

Solo existe una manera en la que podemos disfrutar de la paz perdurable que sobrepasa las dificultades: por medio de la fe. La fe es el cimiento para vivir en la paz de Dios, confiados en que su presencia y poder nos consuela, sin importar la situación que enfrentemos. Sin embargo, existen algunos aspectos que pueden llegar a debilitar nuestra fe y robar nuestra paz. Veamos algunos de ellos:     


Temor repentino—Algunas personas están tan acostumbradas a reaccionar con temor y a caer en pánico ante cualquier circunstancia, que no creen que exista otra manera de reaccionar. Se enojan tanto por cualquier cambio en su rutina, que no consideran poder llegar a tener estabilidad emocional. 

El enemigo—Pudiéramos ser atacados por nuestro enemigo, el diablo, quien hace uso de varias herramientas para sembrar duda y debilitar nuestra fe en Dios. Pero debemos mantenernos firmes. La Biblia nos exhorta a resistir al diablo, pues al hacerlo, nuestro enemigo huirá de nosotros (Santiago 4.7).  

Pecado—La paz y la desobediencia no pueden coexistir. La solución es que confesemos nuestro pecado ante Dios, nos rindamos ante su autoridad y le pidamos ayuda para resistir y alejarnos de la tentación. Una vez que lo hagamos, volveremos a disfrutar de la paz de Dios. 

Renunciar a la paz—A veces, en tiempos de crisis, renunciamos por voluntad propia a la paz. Nos rendimos. Aceptamos nuestra pérdida. Abandonamos la paz. Siempre recuerde que nadie puede robarnos la paz, sino que somos nosotros los que renunciamos a ella. Y, por tanto, solo nosotros podemos recuperarla. 

Perdemos el enfoque—En ocasiones permitimos que las malas noticias que escuchamos y leemos cada día nos hagan perder el enfoque. En lugar de mantener nuestra mirada en Jesucristo y confiar en sus promesas, permitimos que nuestros pensamientos se desvíen y sean perturbados por las noticias negativas que recibimos.  

Como Dios está con nosotros, no tenemos por qué ceder, rendirnos o ser derrotados por nuestros problemas. Podemos optar por enfrentar, confrontar, lidiar y vencer las dificultades mediante el poder de la cruz. Jesucristo enseñó a sus seguidores que todas las dificultades tienen un propósito y son pasajeras. Así que: "No se turbe vuestro corazón" (Juan 14.27). Aférrese a la paz que Dios ofrece, y confíe en que nuestro Padre celestial observa, guía y se preocupa por aquellos que han puesto su fe en Él.




5 creencias clave para un corazón en paz

Si usted en verdad ha nacido de nuevo en Cristo, Dios tiene el control de su vida. Así que en Él debe estar su confianza, pues nunca, ni tan siquiera por una fracción de segundo, Dios ha perdido el control de su creación. Su poder y fortaleza no han disminuido. Es tan omnipotente, omnisciente, omnipresente y misericordioso como lo era al principio de la creación. 


Aunque quizás a veces no comprendamos sus propósitos, cuando aceptamos su voluntad, somos guiados a entender que siempre obra de tal manera, que sus bendiciones eternas son derramadas sobre sus hijos. A lo largo de los años he descubierto cinco creencias clave para un corazón tranquilo. Le desafío a que se detenga a pensar con detenimiento en lo que cree acerca de Dios. Su paz dependerá de cuán aferradas estén estas verdades en su alma.


Creencia 1: Dios es soberano en todo.

Reconocer y aceptar la verdad de que el Señor reina sobre todas las cosas es vital para su paz interior. Eso significa que nada de lo que nos rodea se escapa de su mirada y de su cuidado amoroso (Colosenses 1.17).

Creencia 2: Dios es su sustentador.

De principio a fin, la Biblia enseña que Dios es quien suple todas nuestras necesidades. Ninguna necesidad es demasiado grande, problemática o severa para que Jesucristo no pueda satisfacerla. La Biblia declara: "…los que buscan a Jehová no tendrán falta de ningún bien" (Salmo 34.10).

Creencia 3: Dios le ha creado con un propósito específico.

Hay muchos aspectos en su vida sobre los que no tiene control. Reconózcalos como la manera en que el Señor le creó. Su raza, cultura, idioma, nacionalidad, género y muchos otros atributos de su cuerpo físico han sido escogidos por Dios. También le dio talentos, habilidades, inteligencia, personalidad y dones espirituales que, al combinarlos, le hacen una persona única en este mundo, para cumplir con el plan que Dios tiene para usted (Salmo 139.13-16).

Creencia 4: Dios tiene un lugar al que usted pertenece.

Le ha creado para que tenga comunión con Él y con otras personas. Confíe en que le ayudará a obtener un fuerte sentido de pertenencia y le proveerá una "familia" de creyentes a la que podrá pertenecer. Por tanto, mientras crezca en el Señor, alcance la vida de otros (1 Pedro 2.9).

Creencia 5: Dios tiene un plan para que se sienta realizado.

Para que una persona pueda tener paz interior de verdad, necesita estar convencida de que es competente, capaz y lo bastante hábil como para hacer algo. Disfrutamos de una paz maravillosa cuando sabemos que somos capaces de hacer un buen trabajo (Efesios 2.10).

Disfrutamos de verdadera paz interior, al creer de todo corazón estas cinco afirmaciones y al confiar en que Dios obra en su vida y por medio suyo.




Cómo los pensamientos afectan nuestra paz

Si somos sinceros, la mayoría de nosotros no somos quienes creemos ser. En el mejor de los casos, nuestra manera de pensar está un poco distorsionada; sin embargo, en la mayoría de los casos, esta necesita cambiar.


¿Cómo sé que es verdad? Además de mi experiencia pastoral a lo largo de los años, la Palabra de Dios nos exhorta a "renovar" nuestra mente. Eso significa entregar nuestra antigua manera de pensar, nuestras opiniones, ideas, creencias y actitudes egoístas, para poder recibir una nueva perspectiva que Dios desarrolla en nuestra vida. Estos pensamientos piadosos son nutridos al leer a diario las Sagradas Escrituras y al reflexionar en cuanto a las enseñanzas de su Palabra. Como seguidores de Jesucristo se nos dice: "No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta" (Romanos 12.2).


Es de esa renovación de nuestros pensamientos que surge un cambio en nuestra manera de hablar y en nuestro comportamiento. Mientras somos renovados en esos aspectos, nuestra relación con otros también se renueva. Y mientras eso sucede, el mundo que nos rodea también cambia. Todo comienza en la mente, con aquello que optamos por pensar y en lo que nos complacemos.


Usted tiene la capacidad de escoger sus pensamientos. En cualquier momento puede enfocar su mente en un nuevo asunto, responsabilidad o problema a resolver, en lugar de enfocarse en pensamientos negativos que robarán su paz y le impulsarán a desobedecer y a pecar. Ante cualquier situación que enfrente, tiene la facultad de decir: "Escojo confiar en Dios".


Además, todo hijo de Dios que escoge mantenerse firme ante patrones de pensamientos dañinos, contará con una vía de escape ante esa circunstancia. Si usted da el paso inicial para buscarlo, el Señor le ayudará a enfocar su mente en otro asunto que no esté relacionado con la tentación que enfrenta.


Al guardar nuestra mente, protegemos nuestra paz. Sin importar las pruebas que enfrente, si clama a Dios en oración y acción de gracias, Él le asegura paz interior (Filipenses 4.6, 7). Y si enfoca su pensamiento en aquello que es verdadero, honesto, justo, puro, amable, de buen nombre y digno de alabanza, es porque depende del Señor con una fe que va en aumento.


Nunca podrá agotar su facultad de pensar acerca de la bondad y grandeza de Dios. Escoja actuar de la misma manera que Jesucristo lo hizo. Proteja su vida de oración. Proteja sus pensamientos. Busque al Padre y todo aquello que lo agrada. Su Palabra promete que si llenamos nuestra mente con aquello que es puro y digno de alabanza, "el Dios de paz estará con [nosotros]" (Filipenses 4.9).




Cómo vivir sin remordimiento

Recuerdo cómo colgué el teléfono con calma, suspiré profundo y dije: “Bueno, ha sucedido”.


La voz, al otro lado del auricular era de un abogado, quien me había notificado que mi esposa había pedido el divorcio.


Había vivido con amenazas de divorcio durante muchos años. Aun así, me sorprendió la noticia. 


Durante los días subsiguientes muchos pensamientos y emociones pasaron por mi cabeza y por mi corazón. No quería divorciarme. No sabía qué hacer con exactitud para evitar que nos divorciáramos. No sabía a quién contárselo, ni cómo debía decirlo. Estaba consciente de que al final tendría que comunicárselo a la congregación que pastoreaba; y no tenía ninguna garantía de cómo reaccionarían. Solo tenía la certeza de que debía prepararme para esto y para predicar el domingo siguiente.


Aún en esos momentos tan difíciles, estaba convencido de las siguientes verdades: 


· Esta acción en mi contra no había tomado a Dios por sorpresa.


· Dios estaba en control de mi vida; y si permitió que esto sucediera, es porque era parte de su propósito y de su plan para mí.


· El Señor prometió en su Palabra que nunca me dejaría, ni me desampararía. Prometió estar siempre a mi lado en todo momento. Así que, si continúo confiando en Él, todo lo que suceda será para mi bien eterno.

La realidad inmediata de esta situación generó toda una conmoción. Sin embargo, la verdad inmutable acerca de Dios produjo paz.


Casi ocho años después de la llamada del abogado, a mi esposa se le concedió por ley el divorcio que tanto buscaba.


A lo largo de los años, algunos se han acercado a mí para decirme: “Sin duda alguna debe lamentarse por la pérdida de su matrimonio, por el fracaso en su lucha por salvarlo, porque todos sus esfuerzos para la reconciliación fueron en vano”.


Casi siempre respondo con un silencio. Pero en mi mente pienso: “Tristeza, sí; pero no remordimiento”. 


Aunque me entristece que mi matrimonio haya terminado en divorcio, no vivo con una constante sensación de remordimiento. ¿Por qué? Porque el remordimiento tiene su raíz en la culpabilidad.


He descubierto que la mejor manera de vivir sin remordimiento es mantener una conciencia limpia. Escoja vivir de tal forma que siempre dé lo mejor de sí en cada acción o en cada relación; dé lo mejor para llevar una vida recta. Escoja confiar en Dios en cada aspecto de su vida; y no tan solo en los que parezcan fáciles. Escoja obedecerlo y guardar sus mandamientos. Escoja perdonar a otros por completo. Y escoja avanzar en el camino que Dios le ha indicado.


Aunque nadie pueda hacer todo esto con sus propias fuerzas, con el Espíritu Santo en nuestro corazón, podemos alejarnos de las tentaciones y así lograr la paz para nosotros y para otros, y continuar las buenas obras que Dios nos ha llamado a realizar.




Cómo superar la ansiedad

La ansiedad es un problema con el que todos hemos lidiado en algún momento de nuestra vida. En el Sermón del monte Jesucristo declara: 


“Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas?” (Mateo 6.25, 26)

El término griego para “afán” en este pasaje significa “lo que divide o distrae la mente”. Es una palabra relacionada con la incertidumbre. Eso es lo que la ansiedad produce en nosotros. Nos da una sensación de ¿qué viene ahora? Sentimos que han removido la superficie donde estábamos parados y no sabemos si vamos a caernos, o qué tan fuerte será la caída, o en qué dirección caeremos.


La palabra “ansiedad” también puede ser traducida en la Biblia como “afán”. Para muchas personas, el afán se ha convertido en su estilo de vida. Si esto se aplica a usted, le exhorto a leer de nuevo las enseñanzas de Jesucristo. Sus palabras no son una opción, sino un mandamiento.


Quizás crea que no puede dejar de sentir ansiedad, pues el afán ha sido parte de su vida durante mucho tiempo. Esto es algo que he escuchado decir a varias personas a lo largo de los años. Sin embargo, la verdad es que sí puede.


No hay nada en cualquier circunstancia dada que cree ansiedad de forma automática. La ansiedad es consecuencia de la manera en la que reaccionamos ante las dificultades y problemas. La facultad que tenemos de escoger es parte del regalo de libre albedrío que Dios ha otorgado a todo ser humano. Usted es quien decide cómo se sentirá. Usted es quien decide en qué va a pensar y cómo va a reaccionar ante cada situación. Lo que sí le aseguro es que Dios no desea que viva con ansiedad, Él no permite que los problemas lleguen a su vida con esa intención. Puede que nuestro Padre celestial permita que enfrente cierta situación para que su fe se fortalezca, para que crezca y madure, o para que cambie algún mal hábito o actitud negativa. Pero el Señor no le tiende una trampa para que sufra de ansiedad. En todo momento obra para que usted pueda llegar a confiar y a obedecerlo por completo y a recibir muchas más de sus bendiciones.


Usted tiene la opción de caer en una espiral descendente de ansiedad o puede escoger decir: “Padre, te entrego este asunto que está más allá de mi control. Me siento imposibilitado en esta situación, pero sé que tienes el poder para cambiar todo lo que enfrento. Tu amor por mí es inigualable y confío en que obrarás en medio de lo que me preocupa para darme lo que me conviene. Sé que lo que hayas planeado para mí es lo mejor. Anhelo ver la manera en la que has escogido expresarme tu amor, sabiduría y poder”.


Amigo, este es el camino hacia la paz, deshacernos de la ansiedad y el afán.




Vivir en paz con los demás

Este es un desafío que enfrentamos a diario: ¿Cómo podemos llegar a vivir en paz con otras personas y restaurar la paz cuando estalla un conflicto? 


La realidad es que Dios desea que vivamos en paz con los demás. También sabe que no siempre viviremos en armonía con otros. Los conflictos ocurren y en algunos casos, no son fáciles de solucionar. De hecho, hay ocasiones cuando los conflictos no se pueden resolver. Sin embargo, Dios desea que hagamos todo lo que podamos para estar en paz con todos.


Los que somos seguidores de Jesucristo sabemos que, cuando no permitimos que Dios controle nuestra vida, podemos llegar a tener un comportamiento tan reprobable como el de un no creyente. El hecho de ser salvos no nos exime de forma automática de sentir celos, odio o enojo. Solo cuando le pedimos al Espíritu Santo que obre en nosotros y por medio nuestro, solo cuando rendimos nuestra naturaleza ante la suya, solo cuando anhelamos ser sus embajadores en este mundo y en toda relación que mantengamos, es que dejamos a un lado todo orgullo para adoptar el comportamiento necesario para sentir paz.


Por tanto, ¿de qué manera debemos reaccionar ante algún conflicto que surja para lograr un desenlace pacífico?


Primero, debemos determinar el valor de la relación. Si desea vivir en paz con otra persona, tiene que decidir: “¿Es esta relación lo bastante valiosa como para conservarla? ¿Estoy dispuesto a ceder en algunas áreas con tal de que esa relación funcione?”. Estoy convencido de que aquellos que han sido salvos por gracia y en quienes mora el Espíritu Santo pueden encontrar paz genuina en sus relaciones, si ambas partes valoran mantener la relación.

Segundo, debemos hablar… y continuar haciéndolo. Cuando dos personas hablan y están dispuestas a seguir comunicándose, escuchándose entre sí, tienen más probabilidades de encontrar solución a sus conflictos y vivir en paz. 

Tercero, debemos ser transparente. No puede mantener una agenda oculta, o tratar de manipular a los que trabajan con usted y creer que podrá tener relaciones pacíficas. Ser sincero con los demás cuando los conflictos comienzan le ayudará a obtener un desenlace pacífico con sus amigos. 

Por último, debemos llegar al centro del problema. Al comunicarse de manera abierta con los demás, mientras reflexiona con sinceridad en la raíz del conflicto, se le facilitará solucionar cualquier dificultad y establecer la paz. 

Esté convencido de que, mientras se esfuerce para vivir en paz con los demás y se mantenga firme en la verdad de las Sagradas Escrituras, Dios estará con usted. Transformará todo conflicto o persecución que enfrente para su bien. Le dará crecimiento espiritual, fe firme y poder interior.  





Cómo superar el temor

Muchas personas piensan que lo opuesto al miedo es la esperanza, el valor, o la fuerza. Pero la verdad es que lo opuesto al temor es la fe. Y cuando el miedo nos paraliza, no solo mengua nuestra paz, sino también debilita el fundamento de dicha paz, el cual es nuestra fe. La paz termina cuando el miedo se hace presente. 


La mayor parte de ese temor está cimentado en la duda sobre si Dios está presente, si es nuestra justicia, nuestra ayuda, o si es capaz de lidiar con las crisis que nos rodea. La fe dice: “¡Sí, Dios está aquí! ¡Sí, Dios proveerá! ¡Sí, Dios es capaz de lidiar con todo!”. 


Mucho del temor también está cimentado en amenazas, bien sea, palabras o comportamientos amenazantes. La fe dice, “no permitiré que las amenazas me intimiden. Me conduciré en sabiduría, no en temor. Sé que Dios me protegerá de la amenaza para que nunca llegue a suceder. Y si llegara a suceder, tengo la certeza de que Dios me ayudará a lidiar con cualquier situación que se me presente”. 


Cuando Saúl, el rey de Israel, se dio cuenta de que Dios había apartado de él su mano de unción y bendición debido a su arrogancia y desobediencia, y en su lugar la había puesto sobre un jovencito llamado David, se enfureció. Entonces, organizó una búsqueda para encontrar a David y matarlo, y así deshacerse de esa amenaza (1 Samuel 19). 


Por otro lado, David se sentía amenazado por el ejército de Saúl, y en muchas ocasiones tuvo temor por su vida. Pero la Biblia nos dice que David fue fortalecido por las promesas de Dios de que lo protegería y de que algún día sería el rey de Israel. 


En nuestro mundo actual, con frecuencia leemos acerca de personas que, a pesar de cualquier enfermedad, accidente, u otros peligros, avanzan hacia resultados inciertos, a veces de rechazo, derrota, y sí, a veces de victoria. Exploradores del Ártico, atletas olímpicos, misioneros, empresarios y filántropos son solo algunos de los que me vienen a la mente. Así que las amenazas no tienen por qué obstaculizarnos ni paralizarnos. 


Nuestro desafío en tiempos de amenaza no es enfocarnos en lo que podría llegar a suceder, sino más bien enfocarnos en lo que sabemos que es cierto. 


Muchas personas hoy día viven bajo una nube gris de amenazas. Algunos experimentan la amenaza de alguna enfermedad, algunos sufren la amenaza de alguna lesión de sus hijos, y otros sufren amenazas en relación con sus trabajos. 


La respuesta a todas estas amenazas es la fe en la verdad acerca de Dios, de su amor y cuidado para con nosotros y en su disposición a suplir todo lo que necesitemos; en especial su paz, la cual nos sostendrá en medio de cualquier dificultad. 





Cómo aprender a vivir con contentamiento

Para que podamos vivir con un verdadero contentamiento, nuestra vida debe estar enfocada por completo en el Señor Jesucristo.


He enfrentado períodos en mi vida, en los que cierto problema o dificultad ha traído noches de desvelos, hora tras hora sin poder dormir. He descubierto que lo mejor que puedo hacer en esos momentos en los que continúo pensando en algún problema, conversación o crítica en particular, es levantarme de la cama, arrodillarme y clamar a Dios: “Por favor, ayúdame en medio de esta situación. Guíame para que mi enfoque esté solo en ti”.


El sueño llega cuando mi enfoque está en el Señor, y en la manera en la que quiere que reaccione ante esa situación en particular. Pierdo el sueño cuando permito que mis pensamientos se desvíen hacia lo que otros han dicho, hacia lo que quizás suceda, o hacia el grado de dificultad del desafío que tengo por delante. La elección es bastante sencilla: Podemos escoger pensar acerca del Señor, de su abundante provisión, protección y amor, o elegir pensar en las personas y situaciones que intentan robar nuestras provisiones, destruir nuestra vida o descargar su odio hacia nosotros.


Pensar en el Señor trae paz al corazón. Pensar en cualquier otro asunto casi siempre viene a ser un atajo hacia la ansiedad, el temor y el afán.


Cuando ponga su mirada en Jesucristo, es importante que se dé cuenta de que Él está ahí a su lado en medio de la dificultad que enfrenta. Muchas personas piensan en Dios como un ser distante. No creen que está accesible o disponible en la inmediatez de sus vidas. La verdad es que el Señor está presente cada día de nuestra vida, en cualquier dificultad que enfrentemos.


Recuerdo el lugar más tranquilo en el que he estado; el mar de Galilea. Años atrás, estuve en un área de ese mar que me hizo recordar la definición de paz y tranquilidad. Sin embargo, en nuestros tiempos, la mayoría de las personas no ven esa área del mundo como un lugar pacífico. Se encuentra a tan solo unos cuantos kilómetros de Siria y del Líbano. Hay muchos que ven a Israel como un foco mundial de conflicto, como un lugar en donde no hay paz.


Pero yo sentí mucha paz en ese lugar. ¿Por qué? Porque sentí al Señor. Pude sentir su presencia. 


No me cuesta trabajo alguno cerrar mis ojos e imaginarme al Señor caminando a mi lado a la orilla del mar de Galilea. También encuentro fácil y muy beneficioso visualizar al Señor junto a mí en los demás lugares hermosos que he visitado.


No son esos ambientes los que producen paz. Es sentir en mi corazón la presencia de Dios lo que me hace sentir en paz en esos lugares. Es esa sensación de que el “Señor está conmigo” lo que me interesa recordar, visualizar y ver con mis ojos espirituales cuando las dificultades llegan a mi vida.


Amigo, sin importar el lugar donde usted se encuentre hoy, Jesucristo es la fuente de su contentamiento. Acepte que el Señor camina a su lado en paz. Viva percatado de su presencia. Reconozca su maravilloso poder y autoridad sobre su vida. Si entabla una relación personal con Cristo por medio de la fe y decide vivir convencido de la seguridad de su presencia y provisión, le prometo que disfrutará de la paz verdadera. 


Si batalla con tempestades en este mundo incierto.Cómo vivir sin remordimiento

Recuerdo cómo colgué el teléfono con calma, suspiré profundo y dije: “Bueno, ha sucedido”.


La voz, al otro lado del auricular era de un abogado, quien me había notificado que mi esposa había pedido el divorcio.


Había vivido con amenazas de divorcio durante muchos años. Aun así, me sorprendió la noticia. 


Durante los días subsiguientes muchos pensamientos y emociones pasaron por mi cabeza y por mi corazón. No quería divorciarme. No sabía qué hacer con exactitud para evitar que nos divorciáramos. No sabía a quién contárselo, ni cómo debía decirlo. Estaba consciente de que al final tendría que comunicárselo a la congregación que pastoreaba; y no tenía ninguna garantía de cómo reaccionarían. Solo tenía la certeza de que debía prepararme para esto y para predicar el domingo siguiente.


Aún en esos momentos tan difíciles, estaba convencido de las siguientes verdades: 


· Esta acción en mi contra no había tomado a Dios por sorpresa.


· Dios estaba en control de mi vida; y si permitió que esto sucediera, es porque era parte de su propósito y de su plan para mí.


· El Señor prometió en su Palabra que nunca me dejaría, ni me desampararía. Prometió estar siempre a mi lado en todo momento. Así que, si continúo confiando en Él, todo lo que suceda será para mi bien eterno.

La realidad inmediata de esta situación generó toda una conmoción. Sin embargo, la verdad inmutable acerca de Dios produjo paz.


Casi ocho años después de la llamada del abogado, a mi esposa se le concedió por ley el divorcio que tanto buscaba.


A lo largo de los años, algunos se han acercado a mí para decirme: “Sin duda alguna debe lamentarse por la pérdida de su matrimonio, por el fracaso en su lucha por salvarlo, porque todos sus esfuerzos para la reconciliación fueron en vano”.


Casi siempre respondo con un silencio. Pero en mi mente pienso: “Tristeza, sí; pero no remordimiento”. 


Aunque me entristece que mi matrimonio haya terminado en divorcio, no vivo con una constante sensación de remordimiento. ¿Por qué? Porque el remordimiento tiene su raíz en la culpabilidad.


He descubierto que la mejor manera de vivir sin remordimiento es mantener una conciencia limpia. Escoja vivir de tal forma que siempre dé lo mejor de sí en cada acción o en cada relación; dé lo mejor para llevar una vida recta. Escoja confiar en Dios en cada aspecto de su vida; y no tan solo en los que parezcan fáciles. Escoja obedecerlo y guardar sus mandamientos. Escoja perdonar a otros por completo. Y escoja avanzar en el camino que Dios le ha indicado.


Aunque nadie pueda hacer todo esto con sus propias fuerzas, con el Espíritu Santo en nuestro corazón, podemos alejarnos de las tentaciones y así lograr la paz para nosotros y para otros, y continuar las buenas obras que Dios nos ha llamado a realizar.



















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Comentarios: 3
  • #1

    María Juliana (viernes, 13 agosto 2021 14:34)

    Excelente devocional, me ayude mucho a tener fe en Dios

  • #2

    Juan (viernes, 13 agosto 2021 15:38)

    Muy bueno devocional me ayude a crecer Mmu vida espiritual

  • #3

    Ernesto David Ochoa Moreno (viernes, 13 agosto 2021 19:03)

    Gracias a nuestro señor Jesucristo y al TEB por permitirme culminar satisfactoriamente el curso"HECHOS Y ROMANOS. DIOS LOS BENDIGA